Opinión

De la crisis a la emergencia climática

Debemos hacer una llamada a la emergencia climática sin crear falsas expectativas: la alerta debe ir siempre acompañada de propuestas y planes concretos para actuar.

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19
julio
2019

A estas alturas, excepto una minoría, nadie niega la existencia del cambio climático. No podemos obviar que el cambio climático es el mayor reto al que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Lo venimos constatando año a año, mes a mes y día a día y así lo demuestran los datos, registrando el aumento de las concentraciones de dióxido de carbono hasta cifras récord -hemos rebasado, por primera vez en la historia, las 415 ppm de CO2 en la atmósfera-. También las temperaturas de 2015, 2016, 2017 y 2018 han sido las más cálidas jamás registradas. Los fenómenos climáticos extremos siguen agudizándose con mayor frecuencia. Las olas de calor cada vez son más habituales, la última hace apenas unas semanas, en la que se han superado las temperaturas máximas en muchos municipios del país. El estrés hídrico es otra de las graves consecuencias que estamos padeciendo en nuestro país, así como la frecuencia de lluvias -cada vez más escasas pero más intensas, ya sea en forma de tormentas o granizos- que pone en jaque a los municipios debido a las inundaciones, un riesgo para la agricultura, un sector clave para la economía española. Todos estos ejemplos demuestran con claridad que hemos vivido (y vivimos) una crisis climática sin precedentes.

La principal herramienta que tenemos a nivel global para luchar contra el cambio climático es el Acuerdo de París, firmado por 175 partes, 174 países y la UE. El compromiso adquirido en el documento es evitar que la temperatura del planeta llegue a los 2 grados centígrados sobre la época preindustrial y si es posible, no superar el 1,5℃. Rebasar los 2℃ supondría superar la barrera de no retorno y las consecuencias climáticas se multiplicarían por 2 o por 4. Por si esto fuera poco, el informe del panel intergubernamental de cambio climático (IPCC) sobre el estudio especial del 1.5℃, alerta claramente de los efectos devastadores para el planeta que tendría superar el 1.5℃, teniendo en cuenta, además, que ya nos encontramos en 1℃. Es decir, estamos ante una emergencia climática que, si verdaderamente queremos estabilizar la situación, nos obliga a elaborar o tomar medidas de acción urgentes.

«Es imprescindible que la UE siga liderando la lucha climática a nivel mundial y aumente su ambición en materia de calentamiento global»

Es imprescindible que la UE siga liderando la lucha climática a nivel mundial y aumente su ambición en materia de calentamiento global, incorporando la emergencia climática en los planes de acción a largo plazo que tienen que presentar los Estados Miembros a Bruselas en 2020. Así lo ha dejado ver Bruselas en la presentación de los objetivos de los Planes Integrados de Energía y clima Nacionales presentados por los Estados Miembros -las contribuciones nacionales determinadas (NDCs) de los países de la UE para el cumplimiento del Acuerdo de París-, donde ha recogido que ninguno ha cumplido con las exigencias marcadas por la Comisión. El único que se ha ajustado a las expectativas europeas ha sido el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima de España, precisamente por sus objetivos ambiciosos.

Dado que nos encontramos inmersos en una situación sin precedentes, debemos hacer una llamada a la emergencia climática sin crear unas falsas expectativas, es decir, esa alerta debe ir siempre acompañada de propuestas y planes concretos para actuar. Desde muchos ámbitos de la sociedad se reclama, precisamente, la declaración de emergencia climática sin entender, tampoco en el político, el amplio espectro que supone esta medida. Si hay un político y un país legitimado para declararla es el presidente del Gobierno, dada la batería de medidas ya elaboradas en este sentido, como el Anteproyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima o la Estrategia de Transición Energética Justa, mecanismos necesarios para poder declarar y actuar ante una emergencia climática.

Está en juego nuestro presente y futuro, y también el de las generaciones venideras y el planeta. Por ello, no debemos permitir brindis al sol sin el respaldo de un camino a seguir y aprobar la declaración de emergencia climática sin acompañarla de medidas concretas para atajar la crisis que padecemos. No hay excusas y no podemos permitirnos perder más tiempo. Se agota.


(*) Daniel Senderos es secretario de Medio Ambiente, Energía y Desarrollo Rural del PSE-EE Álava.

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