Educación

La intuición no es suficiente, necesitamos datos

El proyecto «¡Mejoremos!», de Fundación Jesuitas Educación, desarrolla una metodología innovadora que permite saber cómo de conscientes, competentes, compasivos y comprometidos son los jóvenes que salen de sus aulas.

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17
junio
2019

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El debate sobre la necesidad de desarrollar el sector educativo actual hacia un modelo integral no es nuevo. Sin embargo, muy pocas instituciones se han propuesto analizar de forma científica si las metodologías actuales –más allá de valorar resultados académicos– están funcionando o no. Y todavía menos entidades han obtenido datos reales que demuestren si su modelo educativo está logrando o no la transformación que defienden en su misión o políticas educativas: actualmente no saben si están formando mejores personas capaces de cambiar el mundo.

Pero ¿cómo obtener datos que certifiquen el grado de compasión de un joven de 18 años o que demuestren si este ha sido adquirido gracias a un modelo educativo concreto? ¿Cómo comprobar si una metodología ha logrado un impacto real sobre el desarrollo de competencias como la generosidad o el liderazgo? Todos ellos son valores intangibles cuyo impacto resultaba extremadamente complejo de medir hasta hace bien poco y, por qué no decirlo, una apuesta arriesgada para aquellos proyectos sensibles a la posibilidad de obtener unos resultados de impacto menos favorables.

Por fortuna, parece que vamos arrojando luz sobre algunas de estas incógnitas. La Compañía de Jesús, a través de su fundación en Cataluña, lleva desde el año 2014 trabajando en un nuevo modelo educativo integral llamado Horizonte 2020. Además, en paralelo, está desarrollando un proyecto pionero en el campo de la medición del impacto educativo a nivel internacional. Se trata de ¡Mejoremos!, un proyecto que analiza científicamente qué tipo de personas son los más de 800 jóvenes que cada año salen de las ocho escuelas jesuitas catalanas al finalizar el bachillerato. La iniciativa radica en saber si son comprometidos, compasivos, competentes y conscientes de su realidad y del papel que juegan en la sociedad o no. Para apoyar ese cambio de gestión y modelo educativo, Fundació Jesuïtes Educació ha desarrollado una metodología en colaboración con la consultora social Stone Soup Consulting que mide, por un lado, el grado de integración de los cuatro valores fundamentales en la labor educativa de la Compañía de Jesús y, por otro, cómo la apropiación de estos influye sobre el comportamiento de sus estudiantes. Se trata de las llamadas 4Cs: consciencia, compasión, competencia y compromiso. 

‘¡Mejoremos!’ es un proyecto que analiza la personalidad de los más de 800 jóvenes que cada año salen de las escuelas

Los resultados de este proyecto no se han hecho esperar y el conocimiento adquirido tras finalizar su primera fase ya se está transfiriendo a otros proyectos europeos con impacto sobre el desarrollo de las competencias de las personas que, además, desean medir posibles cambios en su comportamiento. El proyecto ¡Mejoremos!, tal y como afirma Susan Balet, una de las coordinadoras del equipo de Stone Soup, «ha abierto una ventana en el análisis del impacto de la educación que nos permite ser optimistas y pensar que, si seguimos en esta dirección, podremos conocer la influencia real de la educación en el comportamiento y desarrollo personal de los estudiantes».

Esta iniciativa se trataría de un primer eslabón en la transformación educativa que comenzó a gestarse hace más de cinco años. Desde entonces, Fundación Jesuitas Educación trabaja en un modelo de medición que permita obtener información más allá de los recursos, las actividades o los resultados obtenidos. Según Lluís Ylla, director de planificación y mejora de la Fundación, «el análisis del impacto de nuestro modelo educativo no estaba sistematizado y los indicadores eran débiles. Deseábamos medir las tendencias en el comportamiento de los jóvenes en relación a las 4Cs e identificar áreas de mejora». Es decir, necesitaban saber qué está funcionando y qué no para mejorarlo.

Una de las características principales que diferencia este proyecto de otros similares es el complejísimo proceso de elaboración de la encuesta destinada a los jóvenes. «La elaboración de una tabla de referencia que asociara las 4Cs con determinados comportamientos basándose en fundamentos científicos y técnicos que la dotaran de la consistencia necesaria fue lo más complicado», explica Ylla.  Para hacernos una idea, la elaboración de la encuesta conllevó siete meses de trabajo y la coordinación de más de 100 profesionales entre el equipo de coordinación del proyecto, tutores, estadísticos, miembros del consejo de dirección y patronato, psicólogos, estudiantes y pedagogos. Además, una vez validada por los expertos, esta debía adaptar conceptos técnicos y complejos al lenguaje y costumbres de los jóvenes de 18 años. Una condición que, según apunta Balet, «resultaba imprescindible para lograr un número óptimo de respuestas y que, además, fueran sinceras».

El proyecto mide las llamadas 4Cs: consciencia, compasión, competencia y compromiso

¡Mejoremos! también contó con una representación de estudiantes que resultó fundamental para la consecución del proyecto. Tras analizar el borrador de la primera encuesta, la encontraron larga, en ocasiones incomprensible e incluso sospechosa. ¿Era necesario preguntarles sobre consumo de drogas o sexo para conocer su grado de conciencia o autocuidado? Gracias a su colaboración se sometieron algunas preguntas a debate, se reformularon o eliminaron otras y se transformó el lenguaje. Asimismo, aportaron ideas sobre los canales de comunicación más eficaces y cómo usar las nuevas tecnologías para lograr mayor índice de respuestas. 595 alumnos respondieron a la encuesta a través de la intranet escolar y los teléfonos móviles; además, se les explicó el proyecto con un vídeo online y se incentivó su participación con un sorteo de tarjetas de Amazon.

Por otro lado, ¡Mejoremos! necesitaba incorporarse a un ecosistema escolar con múltiples grupos de interés y urgencias educativas muy diversas. No obstante, la fundación quiso involucrar en el proceso a todos los tutores y directores de bachillerato de las ocho escuelas de Barcelona. «Para sus responsables fue fundamental la apropiación del proyecto por parte de todos los actores involucrados para empezar a gestionar el cambio desde dentro. Mostraron un alto grado de resiliencia incluso cuando su participación no fuera necesaria desde una perspectiva científica», asegura Balet.

Los resultados obtenidos tras las encuestas a la primera generación de estudiantes de segundo de bachillerato demuestran un grado de apropiación de las 4Cs en su mayoría superior a los 60 puntos de un total de 100. Una puntuación que crece incluso después de que estos salgan de la escuela, tal y como se comprobó al realizar una segunda encuesta a los mismos estudiantes un año después de finalizar sus estudios escolares. Solo analizando las tendencias de comportamiento de diferentes generaciones se sabrá si los cambios educativos que van introduciendo en el modelo influyen positivamente e incrementan el grado de apropiación de su sistema de valores.

Es una apuesta arriesgada que, sin duda, podía haber mostrado resultados no deseados. «Esta posibilidad no nos preocupaba y apenas generamos expectativas. Necesitábamos saber si lo que hacemos es útil y así mejorar, pasar de la intuición a la realidad», reconoce Ylla.  Por su parte, Balet asegura que «desde Stone Soup siempre mantuvimos que se trataba de un experimento enfocado en medir el proceso del cambio, crear una herramienta viva que va ajustándose con el tiempo y que continuará midiendo tendencias de comportamiento de futuras generaciones».

Solo analizando las tendencias de comportamiento de diferentes generaciones se sabrá si los cambios educativos influyen positivamente

Esta iniciativa pionera ya está influyendo en la gestión de diferentes proyectos vinculados con los ámbitos social y educativo. Para Balet, ¡Mejoremos! ha contribuido a un cambio importante al medir unos intangibles que pueden actuar como palanca de cambio del sector educativo en su conjunto. De hecho, Stone Soup ya está transfiriendo el conocimiento adquirido a otros proyectos con objetivos similares en materia de comportamientos socialmente responsables.

La Fundación Jesuitas Educación ahora asume la labor de analizar los resultados de la encuesta en diferentes generaciones de estudiantes e impregnar suavemente las conclusiones en su nuevo modelo educativo. Además, ya se vislumbra un equipo nacional capaz de integrar la metodología en otras regiones y mejorar la herramienta, lo que constituye un paso esperanzador para el desarrollo del sector educativo a nivel nacional. Ahora queda, probablemente, lo más complejo: tomar decisiones concretas en función de los resultados de impacto obtenidos y mejorar el modelo educativo actual. Solo así lograremos estar más cerca de un sistema capaz de modelar personas, no solo con altos niveles académicos, sino también socialmente más responsables.

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