Derechos Humanos

Refugiados que ayudan a refugiados

Más de 2.000 refugiados cruzan la frontera de Uganda cada día. 100 de ellos son niños que han escapado de la guerra y viajan solos: sus padres han muerto bajo el fuego del conflicto.

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06
septiembre
2017

En el norte de Uganda, el concepto de familia está siendo redefinido. Los niños de Sudán del Sur que han escapado del conflicto y que han llegado como refugiados, a menudo están solos, sin la compañía de ningún adulto. Stephen, de dieciséis años, condujo a sus tres hermanos menores mientras huían de su pueblo. «Los rebeldes estaban luchando muy cerca de nuestra aldea. Vimos enterrados a nuestros vecinos que fueron fusilados», recuerda Stephen.

La historia se repite una y otra vez en los asentamientos de refugiados en el norte de Uganda. Viola, de nueve años, corrió con su hermano mayor después de descubrir los cuerpos sin vida de sus padres. «Estábamos en la escuela y empezaron a lanzar gases lacrimógenos. Nosotros corrimos. Nos fuimos a casa y vimos que nuestros padres estaban muertos. Corrimos durante tres días. Corríamos incluso por la noche. Solo bebimos agua, muchas veces era agua sucia», explica

El camino hasta la frontera estaba lleno de peligros y los niños caminaban entre arbusto, siempre alejados de las carreteras donde existe el temor real de encontrarse con las milicias armadas. «Una vez que llegamos a la frontera ya no teníamos miedo», dice Stephen.

Proporcionando comida caliente y protección a los recién llegados

Después de ser recogidos en los puntos fronterizos en el norte de Uganda, los refugiados son llevados en autobús a los centros de recepción donde están oficialmente registrados para recibir ayuda. «Al llegar nos dimos cuenta que la vida en Uganda era muy buena. Tienen escuelas, lugares donde podemos jugar y no oyes disparos », dice Stephen.

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La ONG World Vision camina junto a los menores no acompañados tan pronto como llegan a los centros de acogida de refugiados en el norte de Uganda. Se les ofrece comida caliente a todos y servicios de protección infantil.

Para aquellos que llegan solos, sin la compañía de un adulto, la entidad organiza una familia de acogida con la que puedan quedarse. Estas familias son también refugiados de Sudán del Sur que dan la bienvenida a los más pequeños, proporcionándoles un lugar seguro.

«La vida cotidiana de estos niños es un desafío ya que no están preparados para enfrentar su nueva situación. Son niños que se supone que viven en un mundo seguro donde pueden crecer jugando, yendo a la escuela y preparándose para un futuro brillante. En su lugar, se han visto huyendo del conflicto y privados de la presencia protectora de su familia y amigos», dice Judy Moore, Directora de Respuesta de World Vision. «Tenemos que cuidar de estos niños. Ellos son el futuro y necesitan apoyo urgente en este momento. Claramente, esta crisis es una crisis infantil».

Encontrar una familia

Cuando Stephen y sus tres hermanos menores llegaron al norte de Uganda, encontraron a miles de refugiados en el centro de acogida. En ese momento, más de 2.000 refugiados cruzaban la frontera cada día en busca de seguridad y de un lugar donde estar a salvo.

Stephen recuerda haber llegado al centro de acogida de refugiados junto a cientos de personas y finalmente ver una cara familiar. Mary, madre de cuatro hijos, era una mujer que su familia conocía de una aldea vecina en Sudán del Sur. «Cuando nos encontramos en el centro vinieron directamente a mí y me preguntaron si podían instalar su refugio junto al nuestro», recuerda Mary. Desde entonces, las dos familias se convirtieron en una. Mary, que tiene cuatro hijos, comenzó a cuidar a Stephen y a sus hermanos como si fueran hijos propios.

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Establecer una casa

En Uganda, el gobierno se ha alejado de las respuestas tradicionales de los países de establecer campamentos para tratar con los refugiados. Aquí, el gobierno ofrece a las familias un terreno que pueden cultivar y donde pueden construir su propia casa. Cuando a la familia de Mary le dieron su parcela, Stephen y sus hermanos le ayudaron a construir tres pequeñas casas. Además, en el jardín plantaron brotes de calabaza y maíz.

Todos los días, Mary cocina, limpia y cuida de los ocho niños. Gracias al apoyo que está dando a estos menores pronto podrán asistir a una escuela cercana. Stephen cuenta que una de las razones por la que dejaron Sudán del Sur fue para que él y sus hermanos pudieran tener una educación, por eso los niños huyeron con sus libros del colegio. Stephen quiere convertirse en médico, como su hermana Evaline, y Stella espera «poder trabajar con ordenadores».

Asegurar que los niños estén protegidos

World Vision ha ubicado a más de 3.500 niños no acompañados de Sudán del Sur que han huido de su patria con familias refugiadas de acogida. La ONG proporciona a las familias de acogida artículos de primera necesidad para el hogar: bidones de agua, mantas, colchonetas, útiles de cocina y jabón. Los trabajadores visitan los hogares semanalmente para asegurar que las necesidades de los niños se están cumpliendo y que están recibiendo el apoyo que necesitan para prosperar en su nuevo hogar.

Evelyn Atim, Coordinadora de Protección a la Infancia, dice que el programa de cuidado de crianza tiene como objetivo «dar a los niños no acompañados y separados la paternidad que necesitan». Las familias de acogida son informadas y apoyadas en el cuidado de los niños que están bajo su custodia desde el primer momento.

Mark Nonkes trabaja en Respuesta a la Crisis del Hambre en el Este de África de World Vision.

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