Biodiversidad

¿Cómo sería el mundo sin abejas?

Luis Ferreirim, responsable de Agricultura de Greenpeace España, nos explica cómo sería el mundo sin abejas y cuáles serían los costes naturales y económicos de su desaparición.

Artículo

Luis Ferreirim

Responsable de Agricultura de Greenpeace

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08
septiembre
2017

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Luis Ferreirim

Responsable de Agricultura de Greenpeace

La polinización es el proceso por el cual el polen es transferido de los órganos masculinos de las flores a los femeninos, lo que permite la fecundación y da lugar a la generación de frutos y semillas. Hay tres tipos de polinización: la anemófila (por el viento), hidrófila (por el agua) y animal, donde destaca la entomófila (por insectos). Se trata de un servicio ecológico fundamental que muchas veces nos pasa desapercibido y es uno de los mutualismos más fascinantes de la naturaleza. Polinizadores animales y plantas con flores han coevolucionado durante millones de años alcanzando en algunos casos grados de especialización tan elevados que una especie no podría vivir sin la otra.

La polinización por insectos es fundamental para la seguridad alimentaria y para la biodiversidad. De ella depende la producción de más de una tercera parte de los alimentos a nivel mundial y cerca del 90% de las plantas silvestres con flor.

A nivel europeo, el 84% de los 264 cultivos europeos depende de este tipo de polinización y un estudio reciente de Greenpeace demuestra que el 70% de los principales cultivos para consumo humano producidos en España dependen también de la polinización por insectos. Cultivos tan importantes para la agricultura española como los melocotones, melones, sandías, pepinos, manzanas, calabazas, calabacines, peras, girasoles, almendras, cerezas… por citar solo algunos de un inmenso listado no serían viables sin los insectos polinizadores.

Otro argumento de peso es el económico. El impacto de la polinización entomófila supone 265.000 millones de euros a nivel mundial, 22.000 millones de euros en Europa y 2.400 millones de euros en España… ¡al año y solo para la agricultura! Para los ecosistemas su valor es incalculable.

«El 84% de los cultivos europeos depende de la polinización por insectos»

Tipos de abejas hay muchos, aunque generalmente solo pensamos en la abeja melífera por sus preciados productos (cabe destacar que España es el principal productor europeo de miel y polen), pero su principal producto es la polinización y en esto no están solas. En el mundo existen entre 25.000 y 30.000 especies de abejas, en Europa 2.500 y en España más de 1.000. Constituyen una pieza fundamental de la biodiversidad, también en el engranaje de la vida tal como la conocemos y para la diversidad alimentaria.

Es de las abejas melíferas que más sabemos y sus poblaciones están sufriendo un claro declive global desde hace muchos años, con mayor o menor incidencia en algunos países. Pero también otras especies están padeciendo la misma suerte. Según datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) revelaron que el 46% de las 68 especies de abejorros europeos están en declive y 24% en peligro de extinción. También las mariposas. En las dos últimas décadas se han reducido a la mitad las poblaciones de mariposas de las praderas, según la Agencia Europea de Medio Ambiente. Y… ¿qué pasará con los demás polinizadores, para los que no hay datos?

Las causas de este declive son varias y actúan de forma aislada y en conjunto. La pérdida y deterioro de hábitats, cambio del uso de los suelos, enfermedades y parásitos, especies invasoras o cambio climático son factores determinantes pero sin duda este declive es también la punta del iceberg de un modelo de agricultura que tira piedras sobre su propio tejado, a través del uso masivo de plaguicidas y de la implantación de monocultivos.

Actuar sobre los plaguicidas es la forma más rápida y eficaz para reducir la presión que sufren. En este aspecto la Unión Europea fue pionera en restringir el año pasado cuatro insecticidas demostradamente peligrosos paras las abejas, pero estas restricciones deben ser reforzadas y ampliarse a otros plaguicidas igualmente peligrosos. La preocupación crece cada vez más e incluso el presidente Obama se ha pronunciado recientemente para defenderlas.

Pero una de las soluciones a largo plazo para frenar este preocupante declive de insectos polinizadores, fomentar su salud, pero también la biodiversidad terrestre en general y nuestra propia salud tiene nombre: agricultura ecológica. La agricultura ecológica es la única que trabaja con la naturaleza y no en su contra y nos ofrece alimentos sanos y sabrosos.

Un mundo sin abejas sería un mundo mucho más triste, descolorido y aburrido y de dudable viabilidad. Hay esperanza en el horizonte, pero nos toca actuar de forma decidida y rápida. Nos toca devolverles lo mucho que nos dan cada día. De las acciones de hoy dependen las generaciones futuras, no solo de abejas o plantas: también de la especie humana.

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