Opinión

El inquietante auge de las pseudociencias

¿Cuáles son las líneas que separan a las prácticas científicas de las pseudocientíficas? La proliferación de las llamadas ‘terapias alternativas’ ha avivado el debate en torno a sus beneficios o riesgos para la salud.

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01
julio
2017

El prefijo «pseudo» proviene del griego y su significado es claro: falso. Por eso cuando hablamos de «pseudociencias» hablamos, simplemente, de terapias falsas, tal y como indica su nombre. En medicina, la eficacia de los tratamientos se evalúa mediante un sistema de comparación del tratamiento propuesto con el placebo y con la terapia standard. Es la diferencia estadísticamente significativa entre el resultado de ambos métodos lo que marca su eficacia o no.

Esta y no otra es la manera en la que la ciencia señalas sus avances. Frente a este método, lento y farragoso pero seguro, se ha desarrollado en todo el mundo una corriente mágica y postmoderna en la que la verdad no es necesaria. Se trata de una vuelta a los arcanos de las creencias y las religiones, una vuelta al mundo de la magia: las pseudociencias.Quizás esto ocurre como reacción a un mundo en el que se ha vuelto incomprensible el proceso del enfermar y el morir.

En un mundo tan avanzado tecnológicamente, hay a quien le resulta una antigualla eso de morirse. Uno de los más afamados gurús de estas nuevas técnicas, Enric Corbera, llegó a afirmar con rotundidad esta tremenda simpleza: «Solo se mueren los gilipollas». Lamento informarles en ese caso de que el mundo está lleno de gilipollas. Pues bien, es a estos charlatanes a quienes queremos señalar, no porque tengamos prevención contra la libertad de credo o religión, sino porque ponen en peligro la salud de los pacientes generándoles falsas esperanzas y demorando en ocasiones tratamientos eficaces.

Nada tenemos contra la búsqueda personal del bienestar ni contra la libre decisión de cada uno, pero un estado moderno debe impedir que campen a sus anchas quienes se aprovechan del miedo y la ansiedad de pacientes graves que pueden perder una oportunidad de curación por seguir falsos tratamientos que solo benefician a quienes cobran por ellos.Eso es lo que defendemos: máxima libertad con las creencias y preferencias personales, máxima responsabilidad con la ciencia y el tratamiento de los pacientes. Ni son incompatibles, ni podríamos permitirnos otra opción desde la responsabilidad política.

Francisco Igea es médico y portavoz de Sanidad del Grupo Parlamentario de Ciudadanos (GPCs)

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