Educación

Contra el capitalismo de amiguetes

La proliferación del capitalismo clientelar es lo que permite que se privaticen las ganancias y se socialicen las pérdidas, que reine la injusticia y la corrupción y que España permanezca estancada.

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25
mayo
2017
capitalismo clientelar

El éxito en los negocios forjado a través de las relaciones de los empresarios con el poder político es una lacra de la que en España hay abundantes ejemplos. Los responsables del blog jurídico-político Hay Derecho analizan sus causas, consecuencias y soluciones en el libro ‘Contra el capitalismo clientelar’. Esta práctica, tan antigua como la humanidad, no es más que el reverso íntimo y oscuro de la democracia de baja calidad. Un personaje de Cervantes, el bachiller Sansón Carrasco o, lo que es lo mismo, el Caballero de la Blanca Luna que vence a don Quijote, es el nombre escogido como seudónimo colectivo por los autores de este manual.

El capitalismo clientelar no es siempre fácil de percibir. Por un lado, porque tiende a confundirse con el propio capitalismo y, por el otro, porque sus límites se confunden a veces con el debate ideológico sobre la mayor o menor intervención del Estado en la economía. Nuestro objetivo ha sido intentar separarlo y diferenciarlo tanto de una cosa como de la otra.

Por supuesto, hemos partido de la premisa de que alguna intervención en el mercado sí es necesaria. La economía de mercado es, parafraseando la conocida frase de Churchill sobre la democracia, el peor sistema económico conocido… exceptuando todos los demás. Pero es evidente que tiene fallos que es preciso corregir. A veces, estos fallos afectan al propio sistema económico, como cuando el fuerte abusa de su poder y crea monopolios que perjudican a la competencia y, con ella, a la innovación y la productividad. Otras veces, esos fallos afectan a valores que consideramos superiores, como la justicia, la igualdad, la protección del medio ambiente o la protección social. Y su corrección se realiza por medio de la regulación.

La trampa estriba en que, en algunas ocasiones, es la propia regulación, teóricamente destinada a equilibrar la situación, la que genera nuevos desequilibrios todavía más graves. Cuando las leyes están hechas a medida de quienes tienen las conexiones políticas adecuadas, lo esperable es que sean ellos los beneficiados y no la sociedad ni la economía de mercado. En estos casos, la norma no corrige fallos, sino que genera privilegios, barreras de entrada o excepciones que permitirán a unos pocos capturar rentas que, de otro modo, habrían ido a parar a otros agentes económicos más eficientes, más innovadores o más trabajadores. A cambio, la otra parte del negocio clientelar, el repartidor de los privilegios legales, recibirá tarde o temprano su contraprestación en forma de un puesto de trabajo, una cuenta en Suiza, una contribución para el partido o cualquier otra que desee.

En España, es indudable que la crisis económica ha introducido un elemento de alarma que ha permitido llamar la atención sobre la realidad subyacente del capitalismo clientelar. Nosotros no queremos ser catastrofistas, sino todo lo contrario; pero nos parece importante contribuir a proporcionar un diagnóstico correcto sobre el funcionamiento real de nuestra economía de mercado. Por supuesto que hay aspectos positivos; hoy, el nivel de riqueza de España es muy superior al del pasado, estamos entre las economías más desarrolladas del mundo y tenemos muchas oportunidades por delante. Pero también conviene destacar que la historia no es lineal y que podemos experimentar retrocesos importantes si no estamos atentos.

A lo largo del libro hemos intentado ofrecer unas cuantas medidas que podrían ayudar a combatir nuestro capitalismo clientelar, intentando seguir el modelo de Max Weber que tanto elogiaba Tony Judt, y estar preparados en cada asunto para contestar a la pregunta clave: ¿qué haría usted si fuese un ministro del Gobierno? Sin embargo, si tuviéramos que dar una sola receta genérica para conseguirlo, esta sería: hay que reforzar las instituciones, entendidas ampliamente como las reglas del juego formales e informales que incentivan o penalizan comportamientos y que estructuran los incentivos de los intercambios políticos y económicos. De hecho, el capitalismo clientelar siempre suele ser la otra cara de la moneda de un Estado de derecho débil y de unas instituciones deterioradas o frágiles. En esta situación, el mejor camino para conseguir el éxito económico es contar con el beneplácito del poderoso. Aun cuando la globalización debilita el poder de la regulación nacional, lo cierto es que son los países con mejores instituciones los que llevan las de ganar.

Por supuesto, ya sabemos que esto no es nada fácil. Algunos fallos del sistema perjudican a un gran número de usuarios, pero en muy pequeña medida a cada uno de ellos (una subida del recibo de la luz, por ejemplo) en relación con los enormes beneficios que obtienen unos pocos. Por tanto, los incentivos para mantenerlos son enormes y, en cambio, los incentivos para detectarlos e impedirlos son muy pequeños. Pero creemos que el esfuerzo vale la pena, porque hay que ser conscientes de que la proliferación del capitalismo clientelar es lo que permite que se privaticen las ganancias y se socialicen las pérdidas, que reine la injusticia y la corrupción y que España permanezca estancada, por usar la expresión de Carlos Sebastián.

En definitiva, solo si somos conscientes de que el capitalismo clientelar nos perjudica podremos iniciar el camino del cambio. El objetivo no es otro que el de concienciar: explicar qué es y cómo funciona el capitalismo clientelar, cuáles son sus instrumentos y cómo podríamos combatirlo eficazmente. Porque de lo que podemos estar seguros es de que los beneficiados por este sistema se van a resistir a las reformas como gato panza arriba, así que no hay que esperar pacientemente a que se hagan «desde las alturas». Debemos ser los ciudadanos los que exijamos un modelo de economía de mercado más competitivo, más abierto, más eficiente y más inclusivo. Por la cuenta que nos trae.

Para más información, haz clic en este enlace.

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