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Realidad, dulce realidad

¿Sabías que una lata de refresco puede contener el equivalente a siete terrones de azúcar? Una fotógrafo retrata esta escena en productos de varias marcas.

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01
febrero
2017
Bebida de soja con fresa y plátano de Hacendado ©Antonio Rodríguez Estrada, SinAzúcar.org

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Aclaremos algo sobre el azúcar: no es en absoluto mala por sí misma, al contrario. Es uno de los ingredientes que más energía aporta al cuerpo, y el cerebro, su mayor consumidor: absorbe el 20% de la glucosa que ingerimos. Los científicos recomiendan, además, que no falte el azúcar en la infancia, ya que juega un papel fundamental en el desarrollo de los tejidos, y tampoco en la etapa adulta porque potencia la asimilación de proteínas. Sería absurdo, por tanto, recomendar la retirada del azúcar de nuestra dieta. Otra cosa es moderarla: los dietistas recomiendan que sea la fuente, como mucho, del 20% de los hidratos de carbono que consumimos a diario, si queremos tener una alimentación saludable. Y consideran dentro de lo aceptable consumir 50 gramos diarios de azúcar; en los países desarrollados, según la Organización Mundial de la Salud, esta cifra se duplica. Ese exceso no se quema por el cuerpo y no se convierte en energía, sino en grasa. ¿Las consecuencias inmediatas y visibles? Mayores tasas de obesidad. En todas las edades.

Los nutricionistas recomiendan no superar los 50 gramos diarios de azúcar

El fotógrafo Antonio Rodríguez Estrada se dio cuenta de esto hace un par de años, de forma casual. «Practico deporte intensivo y empecé a cuidar mi alimentación para mejorar mi rendimiento. Una de las decisiones fue reducir el consumo de azúcar. Muchos productos alimenticios tienen fama de saludables, pero pocos usuarios se fijan en la etiqueta. Y menos aún se imaginan que 16 gramos, una cantidad muy habitual de azúcar en muchos productos, equivalen a cuatro terrones».

Así surgió su proyecto, sinAzucar.org, una plataforma web en la que mezcla sus conocimientos como titulado en Nutrición Deportiva por el INCS («aunque no soy dietista», aclara) y sus dotes como fotógrafo profesional. «Retratar productos que nos son cotidianos al lado del equivalente de azúcar que contienen representado en terrones no es una idea nueva; lo que yo aporto es dar a esas imágenes el mismo aspecto publicitario que adoptan las propias compañías. Y de este modo genero una sensación contradictoria en quien las ve: por un lado, el alimento tiene un aspecto muy apetecible, pero al mismo tiempo genera rechazo».

Tres terrones en un chupito de Jägermeister

La colección de casi 100 fotografías que presenta actualmente su página web, y que ya ha tenido un impacto en más de 10 millones de personas en las redes sociales, presentan casi cualquier producto que podamos imaginar. Desde papillas para bebé hasta bebidas alcohólicas, pasando por galletas, platos precocinados, refrescos, yogures supuestamente saludables… La mayoría, de marcas integradas en empresas multinacionales. Todos acompañados de su correspondiente pila (a veces muro) de terrones al lado.

«Me han llamado muchas para pedirme que quite su producto, me he negado, porque nada de lo que muestro es falso o incorrecto, y no me han vuelto a insistir». Solo ha tenido un problema real con Zumosol: «Los abogados de la compañía me enviaron una carta certificada urgiéndome a que retirara la imagen de la botella de su bebida Veggies, a base de fruta y verdura, junto a una columna de cinco terrones. En caso contrario, amenazaban con demandarme». El fotógrafo se negó en redondo y publicó la misiva en redes sociales, provocando justo el efecto contrario que pretendía la compañía: las respuestas de apoyo, tanto de la sociedad como de dietistas y nutricionistas, fue masiva, así como la difusión de la fotografía en cuestión (Zumosol tuvo mucho que ver en los 10 millones de vistas). No era necesario tanto revuelo. Cuando la firma respondió que su bebida Veggies está elaborada al 100% con frutas y verduras naturales, sin azúcares añadidos, estaba en lo cierto. Pero no era eso lo que Estrada quería reflejar con su iniciativa. Su objetivo es, sencillamente, que la gente sepa claramente qué cantidad está consumiendo de la denominada azúcar libre, a la que la OMS se refiere como sigue: «Los azúcares presentes de forma natural en la miel, los jarabes y los zumos de fruta». Además de los añadidos, claro.

Esta cifra se duplica en los países desarrollados, según la OMS

Tal y como explican Estrada, y el dietista-nutricionista, uno de los múltiples apoyadores de su causa, «los azúcares libres se diferencian de los azúcares intrínsecos que se encuentran en las frutas y las verduras enteras frescas que, al no estar licuadas, mantienen el azúcar en su fibra. No hay pruebas de que el consumo de azúcares intrínsecos tenga efectos adversos para la salud». Por eso, cuando la OMS recomienda, en una directriz, «reducir el consumo de azúcar libre», incluye también al contenido en zumos, por muy naturales que sean. Incluso los exprimidos en casa. Estrada lo explica: «No seríamos capaces de comernos seis naranjas, porque la fibra presente nos saciaría antes. Sin embargo, podemos tomarnos un zumo de esas mismas naranjas sin problema e incluso repetir, al creer que además de fresco y rico es muy sano. Pero estaríamos ingiriendo más azúcar de la recomendable».

Son azúcares libres los presentes de forma natural en la miel y los zumos de fruta, entre otros

Aparte de esta polémica con Zumosol, en la colección del fotógrafo aparecen muchos otros productos de los que un ciudadano medio nunca sospecharía que contienen semejante cantidad de azúcar. «El problema es que muchas empresas de alimentación la añaden a sus productos, sencillamente, porque logran que sepan mejor. Incluso aun cuando el gusto no es dulce, lleva azúcar. Es la única manera de que muchos platos precocinados, por ejemplo unas albóndigas, puedan estar mínimamente buenos», advierte otro nutricionista, Aitor Sánchez, «ese es uno de los principales motivos de obesidad, en los países avanzados y, lo que es peor, también en los que están envías de desarrollo».

¿La solución? Fácil: fijarse en la etiqueta, y tener en mente que un terrón de azúcar pesa cuatro gramos.

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