Derechos Humanos

Un paso hacia el punto tres de los ODS

Garantizar la salud y el bienestar de la población. Es el tercero de los Objetivos de Desarrollo Sostenible firmados en la ONU.

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01
diciembre
2016

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Las enfermedades cardiovasculares y respiratorias, el cáncer y la diabetes conforman una pandemia creciente que provoca, a día de hoy, casi el 90% de las muertes por dolencias no transmisibles, que en la próxima década aumentarán un 17% en todo el mundo; solo en África, casi el doble. Son las enfermedades no transmisibles (ENT), que cada año acaban con la vida de 38 millones de personas, de las cuales siete de cada diez viven en países en vías de desarrollo.

El mes pasado, Novartis compartió, en el evento Mejorar la atención de los pacientes crónicos en países de renta baja celebrado en su sede central de Basilea (Suiza), todo el aprendizaje obtenido en este año que cumple Novartis Access, un ambicioso proyecto para facilitar al máximo los tratamientos de las enfermedades crónicas en los países más necesitados. Se trata de un portafolio de 15 medicamentos, con o sin patente, que se ofrece a gobiernos y otras entidades sanitarias a un dólar al mes por tratamiento.

Ante personalidades del mundo de la medicina, la política y el sector sanitario, la compañía repasó los logros de su programa: desde su lanzamiento en septiembre de 2015, se han enviado más de 100.000 tratamientos mensuales a Kenia, Etiopía y Líbano. Se han iniciado las actividades de capacitación para examinar y diagnosticar a personas con diabetes e hipertensión en Kenia, y conversaciones para introducir el programa en más de 10 países en tres continentes.

Novartis anunció que Ruanda es el tercer país con el que ha firmado un memorándum de entendimiento, después de Kenia y Etiopía. «Este acuerdo contribuye a la estrategia del Gobierno ruandés de incrementar la inversión para prevenir, diagnosticar y tratar enfermedades no transmisibles. Los primeros envíos de productos de Novartis Access se prevén para principios de 2017», dijo Joseph Jimenez, CEO de la compañía, y añadió: «Lograr que sean más asequibles es solo la punta del iceberg. Hay que abordar las causas subyacentes de la mala salud en estos países y eso exige que los gobiernos y ONG colaboren con las empresas para beneficiarse de la experiencia y los recursos del sector privado. No es solo recomendable, es fundamental». La directora de la Fundación Novartis, Ann Aerts, explicó que las ambiciones de su proyecto son globales, y al mismo tiempo muy localizados en el terreno. Insistió en la importancia de dialogar y colaborar con todos lo grupos de interés para su implementación pero, sobre todo, en la necesidad de empoderar a los pacientes para gestionar su propia salud de modo responsable.

Una de las ponentes, Alma Alder, epidemióloga de la London School of Hygiene & Tropical Medicine, advirtió que aunque en los países más ricos está disminuyendo la hipertensión, en los más pobres no deja de aumentar. En este contexto, remarcó la necesidad de focalizarse en los más necesitados, y expuso su proyecto en Ghana, Care Companion Program, para aliviar los síntomas en pacientes crónicos con un coste muy reducido. Los microseguros también juegan un papel fundamental en África: Paddy Partidge, mánager regional en el continente del programa BIMA, explicó que eso facilita enormemente el acceso a la salud en las rentas más bajas.

Durante el evento no solo se habló de medicina. La educación también protagonizó muchas de las ponencias, como las de Akudo Anyanwu Ikemba, profesor de Friends Africa, Richard Laing, catedrático de la Universidad de Boston o Nelson Muriu, director de los Servicios de Salud de Nyeri County, en Kenia. Todos coincidieron en que la formación es primordial para que los propios ciudadanos sean conscientes de sus enfermedades y participen activamente en los tratamientos y diagnósticos, con políticas de salud que no dependan de los vaivenes de los gobernantes, y garanticen la sostenibilidad de los sistemas de salud en los países en desarrollo. También destacaron el papel unificador que tienen los Objeticos de Desarrollo Sostenible aprobados en 2015 por Naciones Unidas, cuyo punto tres reza: «Garantizar la salud y el bienestar de la población».

En conversación con Ethic, Ann Aerts reconoció que es un logro que tantos Gobiernos hayan llegado a un consenso, pero advertía: «Tenemos que trabajar intensivamente con los diferentes sectores y estratos sociales, porque hay realidades muy diferentes. Y no es algo que nosotros, como empresa, podamos hacer solos. Es la oportunidad de estrechar la colaboración entre el sector público y privado. Lo que está claro que es que empresas como Novartis no pueden verse como meras donadoras, como máquinas de dar dinero, sino ofrecer nuestro conocimiento y experiencia, nuestra capacidad de acción. Si los expertos del sector privado colaboran con las administraciones, seremos mucho más fuertes y eficientes».

El director del departamento de Seguridad en Servicios Sanitarios en la Organización Mundial de la Salud (OMS), Edward Kelley, participante en el evento, también dio su punto de vista. «Soy optimista, y no porque esté seguro de que vamos a lograr cumplir todos y cada uno de los objetivos, que son muchísimos, pero sí porque las agendas de muchos países ya se están enfocando en esa dirección, y eso sí es un gran avance. Creo, sinceramente, que no vamos a cumplir todos los retos. Pero es un listón muy alto que sí nos va a hacer avanzar mucho, y continuar esa senda tan exigente».

Enfermedades transmisibles: la otra urgencia

Novartis renovó el año pasado su compromiso con la OMS en su lucha contra las enfermedades tropicales y la lepra. Para esta última, que puede tener una baja incidencia de contagio si se controla, amplió su donación hasta 2020, con medicamentos por valor de más de 40 millones de dólares, más  2,5 millones para gestionar las ayudas recibidas. «Es una estrategia muy amplia», cuenta a Ethic Ann Aerts, «y ya estamos recorriendo las últimas millas en nuestro programa. Entre los años 80 y el 2000, se redujo la incidencia de lepra en un 90%. Pero ahora volvemos a tener un cuarto de millón de leprosos. Nos hemos focalizado, sobre todo, en interrumpir su transmisión. Para eso, localizamos cada nuevo diagnóstico para tratarlo como un paciente especial. Buscamos medidas para que tenga un entorno controlado, en su casa y en su vecindario. Y proponemos tratamientos preventivos frente a los posibles contactos. Y esto acompañado de una intensiva monitorización de la epidemia de lepra. Pero la parte más importante de nuestro trabajo es cómo podemos acelerar la diagnosis de lepra. Usamos para eso tecnología digital, de manera que la gente pueda enviar fotos, o mensajes a su centro de referencia. Y también trabajamos con empresas colaboradoras para la realización de test de diagnosis.  La idea es poder identificar a los enfermos incluso antes de que tengan síntomas, para poder tratar la lepra en su origen y eliminarla lo antes posible». Su objetivo es llegar a los cero contagios. ¿Es realista? «Por supuesto», responde Aerts, sin titubear: «Con un buen control de las infecciones se puede llegar a ese escenario».

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