Economía

Sector privado y ODS: del 'puede' al 'debe'

Los Objetivos fueron acordados por 193 Estados de la ONU. Cuando desde la misma aseguran que la hoja de ruta incluye a empresas, no se ciñen al sector público: el privado también tiene una responsabilidad.

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16
noviembre
2016

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Los Objetivos de Desarrollo Sostenible acordados en el seno de Naciones Unidas por 193 Estados miembros son una urgencia constatada en cifras alarmantes. Tantas, que no pueden resumirse en un solo artículo. Baste decir que 836 millones de personas viven en la pobreza extrema, que hoy una de cada cinco personas de las regiones en vías de desarrollo subsiste con menos de 1,25 dólares al día, o que 4.500 niños mueren a diario por carecer de agua potable a la que solo accede un 36% de la población del África subsahariana. Una situación en la que tienen mucho que ver la los derechos humanos (o más bien la falta de) y el ya imparable cambio climático.

Lo acordado en el Plan de Desarrollo Sostenible es ambicioso: en apenas 14 años pretenden «reducir al menos a la mitad la proporción de hombres, mujeres y niños de todas las edades que viven en la pobreza en todas sus dimensiones». La pregunta que muchos se hacen es si son pretensiones utópicas. La hoja de ruta que deben seguir empresas y gobiernos en los próximos 15 años tiene 17 objetivos que se desglosan en 169 metas. El reconocido activista y autor del blog 3.500 millones, ideas irreverentes contra la pobreza, Gonzalo Fanjul, advierte del peligro de que «por su amplitud, se convierta en inoperante».

Cuando desde la ONU aseguran que la hoja de ruta incluye a empresas, no se ciñen al sector público: el privado también tiene una responsabilidad en su consecución. Desde la organización reconocen «su fuerza transformadora, porque estas son las fuentes principales de recursos económicos y participan en la mejora de la calidad de vida de las personas», y añaden: «Todos los sectores productivos y las empresas, sin importar su tamaño, pueden contribuir».

Tal vez el problema esté en el «pueden», como matizan desde la consultora Llorente & Cuenca, que acaba de lanzar su informe Los retos de las empresas frente a los Objetivos de Desarrollo Sostenible. «Los ODS son voluntarios para el sector privado, pero no considerarlos hará que las empresas se queden rezagadas y esto afectará a su reputación y perderán oportunidades de negocio valiosas», asegura la portavoz del estudio, Paola Gómez. «Para contribuir al cumplimiento de estos objetivos el sector privado debe preguntarse qué puede aportar a cada uno de los ODS y definir los compromisos que necesita adquirir», coincide Jaume Corbella, jefe de Relación con Comunidades y Derechos Humanos de Repsol. «Para ello debe identificar qué metas de las especificadas se ven influenciadas por su actividad, fijar sus prioridades y establecer unos indicadores específicos con los que medir sus avances», explica.

Existen herramientas para todo esto. Las organizaciones GlobalReporting Initiative (GRI), The United Nations Global Compact (Pacto Global) y el World Business Council for Sustainable Development (WBCSD) han desarrollado el SDG Compass, un protocolo de actuación para facilitar a las compañías la labor de identificar cuál puede ser su aportación y fomentar que adquieran compromisos y comuniquen sus avances. «Es fundamental entender que según el Pacto Global no todos los ODS son relevantes para todas las empresas, grandes y pequeñas, que pueden contribuir», advierten en Llorente & Cuenca.

«Las empresas de nuestro país presentan un alto grado de sensibilización en materia de desarrollo sostenible», reconoce la directora general de la Red Española del Pacto Mundial de Naciones Unidas, Isabel Garro. «Algunas de ellas son líderes en la redefinición de su estrategia conforme a los parámetros de la Agenda de Desarrollo y lo que pretendemos es que encuentren en la sostenibilidad una oportunidad de negocio». La experta advierte, eso sí, que en España se ha avanzado mucho en los últimos años, pero que aún queda un enorme trabajo por delante. «El sector privado tiene mucho que decir en educación, en innovación, en alianzas, en procedimientos, en tecnología… Es su oportunidad para que, cuando dentro de quince años se haga balance de esta agenda, comprobemos que hemos sido capaces de lograr lo que creíamos imposible», añade Garro.

Aún estamos en los primeros compases y por el momento es plausible la implicación gradual del sector privado, aunque no hay que olvidar que no es el único sector con responsabilidad. «Conseguir su efectiva implementación requiere el compromiso y esfuerzo no solo de los gobiernos, también de la sociedad civil, las empresas privadas y el sector académico», opina Corbellá. «En nuestro caso, participamos, como empresa miembro de IPIECA (Asociación Mundial del Sector del Petróleo y el Gas), en un grupo de trabajo creado específicamente para abordar los impactos potenciales en los ODS de forma conjunta, desde la perspectiva del sector. El grupo tiene por objeto definir conocimiento compartido sobre cuáles son las implicaciones de los ODS para el sector del petróleo y el gas, y cómo nuestra industria puede contribuir más eficazmente a alcanzarlos en distintas partes del mundo», cuenta.

Corbella no duda: «Los ODS presentan sin duda una agenda muy ambiciosa, pero no inalcanzable». «Cada vez más empresas se muestran concienciadas con el cumplimiento de los ODS y trabajan en pos de un desarrollo local sostenible. Si bien aún es pronto para afirmar la superación de estos objetivos en 2030, los compromisos adquiridos en los últimos arrojan cierto optimismo al respecto», concluye.

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