Diversidad

El síndrome invisible

El Síndrome de Asperger afecta al área socio-emocional y no es visible físicamente. Muchos menores con este conjunto de síntomas sufren acoso escolar porque no están correctamente diagnosticados.

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Cristina Paredero
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11
octubre
2016
© Banksy

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Cristina Paredero

Como cada mañana, Alma se levantaba con los ojos doloridos de tanto llorar. Desayunaba e intentaba ponerse el uniforme lo más rápidamente posible sin tocarlo: aborrecía la sensación de la tela, aun a pesar de llevar una camiseta por debajo para evitar que tocara su piel. Al salir de casa se apoderó de ella un estremecimiento en el estómago que conocía muy bien. La hora se acercaba, pensó.

Subió al autobús y, como siempre, se puso en la última fila en el asiento de la esquina derecha. Se puso los tapones en los oídos, se agazapó y se hizo invisible. Con el tiempo había aprendido que Ellos siempre se ponían en la mitad del vehículo, y colocándose en la esquina, se camuflaba y no la veían. Después de bajarse del autobús a una distancia prudente de Ellos, tomó otro camino y se metió en la biblioteca de su colegio. Ellos jamás estaban por ahí y Alma, entre tanto silencio y cultura, se sentía bien.

El Síndrome de Asperger afecta al área socio-emocional y no es visible físicamente

Cuando el timbre sonó, la sensación en el estómago (que la había acompañado todo el viaje) se hizo insoportable. La clase de educación física le esperaba. Entró al vestuario y dejo la mochila escondida, aun sabiendo de sobra que a la vuelta no la encontraría ahí. Hoy era el día de hacer aerobic, y le tocaba a ella; tendría que subirse a un escenario y bailar improvisadamente al son de la música que sonaba mientras sus compañeros la imitaban. Ellos siempre aprovechaban la clase de aerobic para burlarse de ella, insultarla y reírse por su forma de moverse y bailar. Y efectivamente así fue. A pesar de la música, Alma pudo oír perfectamente los insultos tan fuertes y dolorosos que le decían. Se puso a llorar y, debido a que siempre había tenido problemas de movilidad, se tropezó y cayó de bruces al suelo. Las carcajadas que se oyeron eran ensordecedoras. Ellos la señalaban con el dedo, no tenía amigos, ni nadie que la ayudara. Entonces, no pudo evitarlo y se hizo invisible.

Se evadió de aquel lugar y se fue a su mundo, el lugar de los pensamientos, de las historias de sus libros, soñando con un mundo mejor, una vida digna lejos de aquel infierno. Pero aquella era su realidad, de la que no podía escapar…

Alma tiene Síndrome de Asperger y, al igual que ella, muchas personas con Asperger sufren acoso escolar porque no están correctamente diagnosticadas y no reciben los apoyos necesarios para su integración.

El hecho de que las características del Síndrome de Asperger afecten al área socio-emocional y no sean visibles físicamente, las hace invisibles a ojos de los médicos, profesores y profesionales de todo tipo. Por esta razón es conocido con el sobrenombre de ‘el síndrome invisible’. El resultado: una persona con baja autoestima y blanco fácil de acoso.

(*) Cristina Paredero es socia de la Asociación Asperger Madrid.

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