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El paisaje de la corrupción (II)

Más de la mitad de los países estudiados por Transparencia Internacional tiene un «elevado índice de corrupción». Analizamos esta pandemia global.

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18
septiembre
2016

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La corrupción le cuesta al mundo el 2% de su PIB. O, lo que es lo mismo: dos billones de dólares anuales (aproximadamente 1,8 billones de euros). Una cifra alarmante, sin duda, la que ofreció antes de verano el FMI, pero no sorprendente. En los últimos años empieza a ser una práctica habitual acompañar el café de las mañanas con un nuevo caso de prevaricación, desvío de fondos, cohecho, tráfico de influencias… Perpetrado por algún sector de los poderes públicos.

En España, según el Diccionario de la corrupción, obra de los periodistas Eva Díaz y Joaquín Vidal, llevamos ya 175 tramas de corrupción desde el inicio de la democracia, que se han dejado por el camino (y en los bolsillos de muchos políticos, funcionarios y empresarios) más de 7.500 millones de euros de las arcas públicas. Para más inri, es casi la cifra que nos exige ahora Bruselas en recortes para cumplir con los objetivos de déficit.

El FMI (curiosamente, su directora gerente, Christine Lagarde, también ha estado inmersa en un supuesto caso trato de favor a un empresario en el pasado) habla de la corrupción como un «impuesto al crecimiento» que perjudica la economía de un país mucho más allá del dinero público detraído. La mala gestión de las cajas, en muchos casos opaca, interesada e insidiosa, ha sido en parte la causa del rescate de más de 60.000 millones de euros que debe afrontar España.

En una entrevista concedida el pasado junio al semanario Ahora, el presidente del Instituto para la Gobernanza de los Recursos, Daniel Kaufmann, aportaba un dato suficiente por sí mismo para enardecer a toda una población: si un país lograra reducir a mínimos la corrupción, la renta per cápita (el dinero de cada ciudadano) puede aumentar en un 20% y llegar al 300% en 15 años.

En cualquier caso, es complicado elaborar un mapa de la corrupción mundial basándonos en datos económicos, porque estos suelen ser más aproximativos que exactos, precisamente por lo enmadejadas que (premeditadamente) están estas tramas.

El índice que concita un mayor acuerdo hoy en día es el elaborado anualmente por Transparencia Internacional, que se basa en la percepción de la corrupción en cada país por parte de ciudadanos, empresas y otros sectores. En su último informe, el 68% de los 167 países encuestados tiene un alto índice de corrupción, esto es, una nota inferior a 50 puntos, en una escala de entre 1 y 100 puntos, que significa ausencia de corrupción.

Hay que tener en cuenta un detalle a la hora de abordar este último índice, que se refiere al ejercicio 2015: hace especial hincapié en qué países han aumentado o reducido su nivel de percepción, más que en el nivel de corrupción aislado de cada año. Basándonos en esta línea de consideración, elaboraron el siguiente mapa de la corrupción.

mapa-corrupcion

Los países con corrupción ascendente

España ha obtenido 58 puntos, por detrás de Eslovenia o Botsuana, y está entre los países que más han empeorado desde 2012 junto con Turquía, Libia y Brasil. No extraña la dramática posición de nuestro país, si tenemos en cuenta que inauguró 2015 con más de 150 casos de corrupción abiertos en los juzgados y lo terminó a la espera de que Rodrigo Rato, la familia Pujol, Manuel Chaves o la Infanta Cristina, entre otros muchos personajes públicos, pasaran por el banquillo.

El país en el que más se ha agudizado la corrupción

Brasil ha sido el que más aumentó su percepción de corrupción el año pasado, algo directamente relacionado con el escándalo de la petrolera Petrobras, que salpicó a la cúpula del partido de su recién destituida presidenta, Dilma Rousseff, y por el que se investiga a políticos, ex altos cargos del Gobierno y ejecutivos de constructoras acusados de sobrevalorar contratos y repartirse entre ellos los sobornos.

En una visita a Brasilia, el presidente de la ONG Transparencia Internacional, José Carlos Ugaz, declaró en rueda de prensa que «la internacionalización y el impacto de la operación Lava-Jato (como se conoce el caso Petrobras) está sobrepasando cualquier frontera que se quiera imaginar. Las investigaciones tienen que ir hasta el fin, caiga quien caiga. Nadie está por encima de la ley».

Algunas venas abiertas en Latinoamérica

Es el país con peor calificación de Latinoamérica, ha bajado dos puntos respecto al año anterior y se ubica en el puesto 157. La presidenta de Transparencia Internacional en Venezuela declaró hace poco a la BBC: «Este país hace parte de la evaluación del índice desde 1995 y nunca ha superado los 30 puntos. Ahora estamos en el mismo lugar que Haití». Y añadió un hecho significativo: «Una de las razones por las que estamos allí es que en los últimos años el poder ejecutivo ha cooptado las entidades de control. Y debido a esa falta de equilibrio de poderes, por ejemplo, hasta el momento no sabemos qué pasó con el dinero que ingresó el país cuando el barril de petróleo estaba a 100 dólares». Los países más transparentes de la región son Uruguay y Chile, en los puestos 21 y 23 respectivamente.

Los más corruptos: Somalia y Corea del Norte 

Ocho puntos de 100. Esa ha sido la pírrica puntuación del país del cuerno de África, exactamente la misma que en 2014. También la de Corea del Norte. Ambos países, al igual que los que les siguen por la cola (Afganistán, Sudán y Angola) deben su  situación, según Transparencia Internacional,  «a la deficiencia en la gobernabilidad, los conflictos bélicos, la fragilidad de instituciones públicas clave y la falta de independencia de los medios de comunicación».

No todo son malas noticias

Transparencia Internacional emitió un comunicado junto con la presentación de su informe con el que restañaba, en parte, un escenario mundial de la corrupción desolador. «El Índice de Percepción de la Corrupción de 2015 muestra claramente que este fenómeno sigue asolando al mundo. No obstante, ese también fue un año en el cual las personas nuevamente salieron a las calles para protestar contra la corrupción».

Dinamarca es, un año más, el país con menor percepción de corrupción entre los analizados, pero los movimientos más alentadores han sido las subidas en el ranking de Senegal o Grecia, que pasa del puesto 69 al 58 este año. Esto es una buena noticia, si tenemos en cuenta que es el país europeo al que la crisis ha azotado con más virulencia. No olvidemos la relación directa que establece Daniel Kaufmann entre la reducción de la corrupción y el aumento de la renta per cápita.

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