Innovación

Edificios que luchan contra el cambio climático

El sector de la edificación es responsable del 40% de las emisiones de CO2, del 20% del consumo de agua y del 30% de la generación de residuos. Es hora de actuar para revertirlo.

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04
mayo
2016

Por Carmen Gómez-Cotta

Los edificios y las actividades que realizamos en ellos generan una huella ecológica y grandes impactos ambientales a lo largo de todo su ciclo de vida: consumo de energía, agotamiento de recursos, contaminación atmosférica, contribución al cambio climático, generación de residuos, contaminación del agua, ruido, cambio de usos del suelo e impactos en la biodiversidad.

«Desde la extracción de las materias primas para la fabricación de productos de la construcción, hasta el fin de vida de estos, pasando por el transporte hasta la obra -cimentación del edificio, vida útil y su posible demolición-, el sector de la construcción genera un porcentaje elevado de impacto ambiental y energético en el entorno», explica Rocío Carabaño, arquitecta y experta en construcción sostenible.

El sector de la edificación es responsable del 40% de las emisiones de CO2, del 30% del consumo de materias primas, del 20% del consumo de agua y del 30% de la generación de residuos, por no mencionar la gran ocupación del suelo, no solo urbano sino también rural. Desarrollar edificaciones sostenibles es una prioridad por cuestiones medioambientales, sociales y por nuestra propia salud.

La mayoría de las personas pasamos en torno a un 90-95% del tiempo en el interior de los edificios y un 60% dentro de las viviendas. «En nuestras casas u oficinas nos vemos expuestos a factores ambientales como la calidad del aire interior, condiciones de temperatura, humedad, iluminación o diferentes grados de confort y ergonomía que actúan como determinantes directos de la salud», explica Jesús de la Osa, coordinador de las publicaciones del Observatorio de Salud y Medio Ambiente DKV Seguros que la compañía elabora junto a Ecodes.

Los edificios diseñan, conforman, generan y modelan la ciudad y conforman gran parte del hábitat urbano, determinando las relaciones sociales y económicas. Por eso la edificación sostenible debe abarcar todas las fases del ciclo: los usos del suelo, el planeamiento y diseño urbano, el emplazamiento y necesidades, el concepto y estudios previos del edificio, el anteproyecto, los proyectos básicos y de ejecución, la construcción, las instalaciones y equipamientos, el uso y mantenimiento, la rehabilitación y la demolición.

«Las posibilidades de mejora y reducción de la huella ecológica son tan amplias que debemos plantearnos cómo hacer edificaciones más sostenibles para poder vivir en un entorno saludable», explica Marta Pahissa, del área de Desarrollo y Gestión de Proyectos de DKV Seguros. Algo en lo que coincide plenamente Enrique Larrumbide, profesor de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid. Se trata de «incorporar medidas de sostenibilidad que faciliten entornos urbanos amables con el ser humano y con la naturaleza, como pueden ser disminuir la contaminación acústica, incorporar la naturaleza a la ciudad, cuidar la accesibilidad, incorporar energías renovables de proximidad o facilitar el desarrollo tecnológico interactivo», explica.

En este diseño y consecución de un entorno equilibrado «no podemos dejar de lado aspectos tan fundamentales como el acceso a servicios básicos mediante vías de transporte sostenible, como bicicletas o transporte público que ocasionen el menor impacto ambiental posible, y espacios urbanos verdes que ayuden a mitigar los factores predominantes del cambio climático, como las emisiones de CO2», opina Carabaño.

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Carriles bici y tranvías protegidos; transporte público intermodal: rápido, de buena calidad, bien interconectado y asequible; espacios públicos inspiradores, accesibles y cómodos para las personas; zonas verdes abundantes, bien mantenidas y calles arboladas; viviendas asequibles suficientes para todos. En definitiva, debemos desarrollar la visión de «ciudades centradas en las personas (people centric) y diseñadas para ellas», opina Aurelio Ramírez, presidente del Green Building Council España (Spain GBC).

Construyendo espacios habitables

Entonces, ¿qué criterios de eficiencia y sostenibilidad clave se deben tener en cuenta en la construcción de edificios? «Lo principal es lograr el punto de equilibro entre que sean rentables para el que los construye, opera y mantiene con el que tenga menos impacto en el medioambiente y sean mejores y más saludable para las personas que viven o trabajan en ellos», explica Ramírez.

Para ello, la incorporación progresiva de materiales de nuevo desarrollo tecnológico o de reducido impacto en emisiones de CO2 contribuirá a disminuir la carga medioambiental y mejorar las condiciones de vida de los usuarios. Menos gasto energético supone menos emisiones y, por tanto, una menor contribución al cambio climático. Además, el uso de este tipo de materiales y las condiciones que proporciona son más saludables: por ejemplo, un mejor aislamiento evita fríos, humedades y problemas de salud asociados.

«Para alcanzar estos objetivos es fundamental que cambie la manera de concebir la arquitectura, utilizando técnicas y parámetros sostenibles desde las primeras etapas del diseño, controlando la elección de los materiales y las soluciones constructivas», comenta Carabaño. Desde su punto de vista, el mercado debe orientarse hacia una investigación profunda sobre nuevos materiales y sistemas de construcción que ayuden, por una parte, al ahorro energético del edificio, y por otra, a minimizar el uso de energía para su fabricación y puesta en obra.

Impulso administrativo

«La mejor medida para impulsar una edificación sostenible es un apoyo gubernamental que favorezca, entre otros, el uso de energías limpias, penalizando a aquellos que no invierten en ellas y premiando a los que apuestan por ellas», opina Carabaño.

Una idea que también respalda el profesor Larrumbide. «A corto plazo, la concienciación social y el estímulo económico por parte de las administraciones competentes son algunas de las medidas que se pueden tomar de forma simultánea». Pero no deja de reconocer que a largo plazo la educación y el apoyo a la investigación, con la participación de todos los estamentos sociales, son las medidas más relevantes.

Educación y formación de todas las partes implicadas en el proceso de edificación es una clave fundamental para muchos expertos. Desde la fase de diseño hasta el uso de los distintos edificios, todos los involucrados tienen un papel que desarrollar. «Los arquitectos e ingenieros tienen que saber proyectar edificios y ciudades sostenibles; los fabricantes de materiales, productos y equipos tienen que producirlos maximizando sus características sostenibles y su contribución a la eficiencia; las entidades financieras y aseguradoras, incorporar los criterios de sostenibilidad que aumentan el valor de los activos como criterio de selección para la inversión en los mismos; los usuarios de oficinas y viviendas, demandar en primer lugar los edificios sostenibles frente a los que no lo son porque son mejores para vivir y trabajar en ellos», explica el presidente de Spain GBC.

Para fomentar la edificación sostenible tiene que haber, por tanto, un conjunto de medidas complejo y variado. Normativas, ayudas y apoyos al ahorro y la eficiencia energética y las energías renovables sustentados en un cambio social y cultural. «Las ayudas que incluyan la rehabilitación energética como punto central son un factor estratégico y urgente para reducir el consumo energético, las emisiones de CO2 y fomentar la accesibilidad y la habitabilidad de millones de inmuebles, además de para crear empleo y ser la única herramienta a largo plazo para luchar contra la pobreza energética», explica de la Osa, que opina que algunas ciudades han legislado en este campo mediante ordenanzas más exigentes que el Código Técnico de Edificación. «Las certificaciones energéticas deben ser un instrumento de mejora energética real de los edificios y no un trámite burocrático», añade.

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Cooperación ciudadana

Pero en toda esta ecuación de edificaciones sostenibles, es esencial que en la fase de uso sus habitantes e inquilinos adquieran herramientas, destrezas y capacidades para utilizar correctamente esas tecnologías implantadas y tengan la voluntad de ejercer comportamientos y hábitos respetuosos. «Sin duda debe transmitirse a los usuarios del edificio la misma cultura de sostenibilidad que se ha implementado en el diseño arquitectónico», afirma Pahissa, de DKV.

En sus palabras, un edificio no tiene sentido sin sus habitantes, por ello tan importante es el continente como el contenido. «La definición de un buen diseño arquitectónico marcará las vivencias que suceden en su interior, pero si el comportamiento de los habitantes no está alineado con el objetivo de sostenibilidad del edificio, todo este diseño quedará relegado», añade.

Por ejemplo, una galería acristalada al sur que permite calentar nuestra casa en invierno gracias al sol y reducir notablemente las necesidades de calefacción debe gestionarse adecuadamente y permitir que cumpla su función invernadero. Y en verano hay aprender a protegerla del sol y el calor, utilizando cortinas y persianas que permitan reducir el calor. O una calefacción eficiente: si decidimos poner el termostato a 27 ºC en vez de a 21ºC, consumirá mucho más de lo necesario. O unos grifos eficientes con reductor de caudal y aireador sirven de poco si los dejas abiertos a pleno caudal mientras nos cepillamos los dientes.

En algunos parques de viviendas bioclimáticas una fase esencial es la de educación, comunicación y capacitación de los usuarios para poder alcanzar los objetivos de ahorro y eficiencia energética marcados. «Sin la colaboración y complicidad de las personas que allí viven, no es posible alcanzarlos por mucho que la construcción sea sostenible», opina de la Osa.

Este es el motivo que ha llevado a DKV Seguros a aliarse con Ecodes y lanzar el Observatorio de la Salud y el Medioambiente, cuyo objetivo es proporcionar al público general una herramienta para promover una mejora de la calidad de vida de las personas; al sector sociosanitario, un manual sobre los determinantes ambientales de la salud y los efectos sobre ella; y a los técnicos de medio ambiente y sostenibilidad, un un documento útil sobre el control ambiental en la defensa y mejora de la salud humana.

«No se trata de una publicación para especialistas y expertos en cada una de las variadas materias que se abordan, sino para un público diverso con el fin de proporcionarles algunos conceptos, criterios, referencias e ideas que ayuden a reconocer, elegir, aplicar y utilizar los edificios, fundamentalmente nuestros hogares, de forma más saludable y sostenible», concluye Pahissa.

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