ENTREVISTAS

«La economía es solo una excusa para no acoger a los refugiados»

La periodista Ana Pastor (Madrid, 1977) cambia con destreza los papeles cuando recibe al equipo de Ethic en los estudios de Globomedia, donde se graba El Objetivo.

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Ana Dee
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18
enero
2016

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Ana Dee

Para qué negarlo: entrevistar a una entrevistadora impone. Especialmente si se trata de la más incisiva del panorama televisivo español. A Ana Pastor (Madrid, 1977) le arrancaron de los platós de Televisión Española pero lleva cosido a la piel su traje de periodista. Eso sí, cambia con destreza los papeles cuando recibe al equipo de ‘Ethic’ en los estudios de Globomedia, donde se graba ‘El Objetivo’.

Roja, facha, señorita Rottenmeier… ¿Cómo reaccionas ante las críticas que te llegan a través de Twitter?

Una de las mejores herramientas para estar conectada con la gente es Twitter. Tiene de positivo que el contacto es muy directo. La crítica es muy bienvenida, porque los periodistas no debemos ser intocables. A través de Twitter podemos ver nuestros propios errores. A veces se pasa de la crítica al insulto, y ahí estamos hablando de un territorio diferente.

¿No te sorprende el amplio espectro de calificativos?

En TVE ya lo vivía. Cuando entrevistas a alguien más conservador te dicen que eres progresista, cuando entrevistas a alguien más progresista te dicen que eres de derechas, por ejemplo, con la entrevista a Manuela Carmena. Ese tipo de comentarios también forman parte de nuestro trabajo. Creo que el halago debilita y el insulto es intolerable, pero lo que hay en medio hay que escucharlo de manera muy atenta. La filosofía de nuestro programa [El Objetivo, de La Sexta] es esa: la crítica tiene que ser transversal.

A la pregunta de por qué te hiciste periodista, una vez respondiste: «Porque me faltó valor para hacerme médico». ¿Crees en las vocaciones?

«A los periodistas se nos ha situado con el poder y no con la gente»

Absolutamente. Recuerda los tres compañeros desaparecidos en Siria en julio [Antonio Pampliega, José Manuel López y Angel Sastre cruzaron la frontera de Turquía en dirección a la ciudad de Alepo el 10 de julio. El último contacto tuvo lugar dos días después]. Lo que hace esta gente solo se puede explicar con una virtud casi poética, que es la vocación. Lo que no tiene ningún mérito es hacer un programa semanal. He escuchado con vergüenza ajena a algún compañero de profesión diciendo que los periodistas van a estos sitios porque saben que el Gobierno español va a pagar por su rescate. Lo que yo pienso es que gracias a estas personas que se juegan la vida sabemos lo que pasa. Agradezco a la vida pertenecer a una profesión en la que hay gente más valiente que nosotros.

Lo primero que enseñan en las facultades de Periodismo es que el periodista nunca debe ser noticia. Siguiendo la lección, ¿cuál es el objetivo: hacer las mejores preguntas o conseguir las mejores respuestas?

Teóricamente, una cosa te tiene que llevar a la otra, pero no siempre ocurre así. Asumo el riesgo que tiene hacer las entrevistas que hago, aunque alguien piense que lo que quiero es tener protagonismo. El periodismo en el que yo creo, del que yo bebo, al que admiro y al que me gustaría parecerme es el anglosajón, en el que no se plantean «van a pensar que he hecho ocho veces la misma pregunta porque quiero tener notoriedad». Menos mal que hay periodistas así, y políticos como David Cameron, que abrió su campaña política con uno de los periodistas más duros que hay, Jeremy Paxman. En una sociedad como la inglesa, que se parece más bien poco a lo apasionado de la cultura española, nos sacan decenios de ventaja y se entiende como algo normal. Si tienes delante a un político y no se incomoda ante lo que le estás preguntando, probablemente no estés haciendo bien tu trabajo.

Es decir que, si el político empieza su respuesta diciendo «me alegro de que me hagas esa pregunta», mala señal…

Igual que soy muy combativa en las entrevistas, a la vez soy muy respetuosa. No todas las entrevistas pueden ser iguales y cada periodista tiene que encontrar la mejor manera de hacerla. No soy nadie para decirle a alguien cómo debe hacer una entrevista. Sin embargo, muchas veces el espectador tiene la sensación de que en algunas entrevistas hay conchaveo. Y eso también es responsabilidad de los periodistas, de que permitamos que sean facilonas o que en una rueda de prensa solo dejen hacer una pregunta…

¿Alguna vez te ha impuesto un entrevistado?

Trato de no tener ningún sentimiento ni a favor ni en contra del entrevistado. Me gustó mucho la definición de objetividad que dio Jill Abramson, ex directora del New York Times, en una reciente visita a Madrid. Dijo que se trata de abordar las historias dejando que la verdad te sorprenda. A mí me pueden caer muy bien Carmena o Aguirre, pero cuando entro en un plató hago la entrevista que creo que debo hacer. Hay excepciones. Por ejemplo, Zaida Cantera [excomandante del Ejército víctima de acoso sexual], que en algunos momentos de la entrevista estaba completamente rota, generaba una empatía que se trasladaba. O un programa especial que realizamos sobre los abusos sexuales dentro de la Iglesia, en el que trajimos a una persona que había sido víctima cuando era menor. Se traspasaba su sufrimiento, lo dura que había sido su vida. Hay que ser fuerte con los fuertes y muy empático con los débiles.

Creo que con tu respuesta has dejado clara tu posición acerca de si la objetividad existe o no, que era mi siguiente pregunta.

A la hora de afrontar un tema, si vas con ideas preconcebidas sobre un asunto (que entiendo que es normal, porque somos seres humanos), tienes que quitar todo lo que pueda entorpecer una pregunta.

Antes has puesto de ejemplo el periodismo anglosajón y has mencionado a Jeremy Paxman, conocido porque llegó a hacer la misma pregunta catorce veces, sin conseguir una respuesta. Que ese proceder no sea bien visto por la opinión pública, ¿responde a que el periodismo en España está desacreditado?

«Llama la atención que el gobierno que ha convertido el plasma en un icono dé lecciones a los nuevos partidos»

Por supuesto, y no lo digo yo, lo dicen las encuestas. Mi análisis es que [a los periodistas] se nos ha situado con el poder y no con la gente. Algunos lo relacionan con la Transición, pero yo creo que ya ha pasado mucho tiempo y está habiendo un despertar; nos hemos dado cuenta de que hemos sido parte del problema y no de la solución. Si seguimos así, la gente no confiará en nosotros y preferirá informarse por medios alternativos o extranjeros, o directamente no informarse. Tenemos que ser un contrapoder. Creo que hay un cambio en nosotros mismos que también está percibiendo la gente. Un ejemplo de ello es La Sexta; los datos dicen que, cuando ocurre algo, la cadena se convierte en una referencia. Desafortunadamente, porque creo que tiene que haber una televisión pública fuerte y no la hay; nos lo han puesto demasiado fácil. Hacemos tele pública porque la tele pública ha dejado de hacerlo, ya no es un servicio como el que era.

¿Qué expectativas de futuro ves a TVE?

Habiendo vivido ahí parte de mi carrera profesional y conociendo a la gente tan válida que hay, por un lado me produce tristeza, porque creo que en un país serio y en una democracia bien arraigada tiene que haber una televisión pública fuerte, incluso con sus defectos. En Reino Unido hay un debate sobre qué hacer con su televisión y no pasa nada. Aquí no, aquí se aprobó un decreto por el que se cambió la ley que obligaba a los partidos a poner por consenso al presidente de la televisión pública para que no fuera partidista. Se la han cargado, está arrasada. Los datos de audiencia son increíblemente malos. Que en una noche electoral La 1 no sea la referencia es noticia. Todo se acaba intoxicando por la política y eso no habla muy bien de nosotros.

Las facultades están a rebosar de mujeres, pero directoras de periódico en España hay muy pocas. ¿Cuándo acabará la carrera de obstáculos?

No lo sé. Por un lado quiero ser optimista y ver más cambios de los que probablemente hay, quiero sentir que en las nuevas generaciones la cuestión de género es secundaria porque no es un problema… Pero luego escucho a Jill Abramson insinuar que fue cesada por ser mujer, porque pidió un mayor sueldo, ya que su antecesor cobraba mucho más que ella, y no se lo dieron. Vivo en una especie de subida y bajada con este tema. En El Objetivo, una mujer dirige el programa, tres mujeres salen en pantalla y la mayor parte del equipo son mujeres, por su valía. Hay muchas mujeres en las redacciones y muy pocas mandando, lo dicen los datos. Creo que hay un pequeño cambio, pero si te pones a mirar arriba, los consejeros delegados son hombres, los presidentes de las compañías también… Queda mucho por hacer.

Cambiando de tema, ¿cómo crees que ha reaccionado Europa a la crisis migratoria?

Me produce vergüenza, asco, las palabras más duras que encuentres. La foto de Aylan movilizó a la gente en las redes sociales. Pero muchos bebés de los que no tenemos constancia han muerto como él, y son como mi hijo… No estamos a la altura. Otros países como Líbano, con una situación económica mucho peor que la nuestra, están acogiendo a millones de personas. Poner una excusa como la economía no es más que eso: una excusa. En este tema, la sociedad ha estado muy por encima de la política. Si los gobiernos no se movilizan, la única esperanza que nos queda es que la gente sí lo haga.

¿Qué opinas del auge del independentismo catalán?

«Ningún discurso racional vale con un integrante del ISIS que justifica decapitaciones»

Que llegamos tarde a todo. Estamos en un momento de sordera. Desde Madrid no hemos entendido lo que estaba pasando. Aunque el 27S dejara una mayoría en escaños, que no en votos, la realidad es que, si miras el histórico el independentismo ha aumentado. No es Artur Mas, ni Junts Pel Si, ni la CUP, es mucha gente que sale cada año en la Diada. No querer verlo es absurdo. Y mientras, el Gobierno habla una y otra vez de cumplir la ley. Vale, sí, pero qué menos… eso es una obviedad. Cuando voy a Cataluña a alguna entrevista y hago un mínimo gesto, como dar las buenas noches en catalán, hay muchísima gente que lo agradece. Hay mucha falta de cariño cuando la gente lo valora tanto.

¿Qué te pareció el debate de Salvados entre Albert Rivera y Pablo Iglesias?

Maravilloso. Es gracioso que el PP dijera que fue un pseudodebate. Que el gobierno que ha convertido el plasma en un icono le dé lecciones a los nuevos partidos me llama la atención. Eso indica en el siglo en el que se han quedado algunos y en el que vivimos otros.

Jordi Évole nos contaba en una entrevista que le encantaría entrevistar a un miembro del Estado Islámico. Tú lo hiciste. ¿Qué sentiste?

La verdad es que es una de las cosas más aterradoras que vivimos en esta era, y uno de los grandes problemas es que la gente que tiene que poner soluciones no sabe qué hacer ante la magnitud del problema. Es muy fácil poner una bomba, pero no atacar con tanto odio. Una de las personas de mi equipo llevaba meses, desde antes del atentado a la redacción de Charlie Hebdo en Francia, presionando para hacer este tema. Fuimos a la frontera de Líbano con Siria y conseguimos esa entrevista con un miembro del ISIS. Era inquietante cuando menos cómo justificaba las decapitaciones. Su mirada era de odio en todos los sentidos, no solo la física, sino la mirada con la que intentaba retratarnos lo que estaba haciendo el ISIS. Te das cuenta de que ningún discurso racional vale con una persona así.

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