ENTREVISTAS

«El problema no es Europa, sino con qué intereses se gestiona»

Ante todo, se considera un activista, aunque en 2011 decidiera dar el salto al ruedo político. Entrevistamos a Juantxo López de Uralde (Donosti, 1963), fundador de Equo.

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16
octubre
2015
Juantxo Lopez de Uralde politica Equo

Ante todo, se considera un activista, aunque en 2011 decidiera dar el salto al ruedo de la política. Tras una década dirigiendo los barcos de Greenpeace España y una sonada detención por participar en una protesta pacífica en la Cumbre del Clima de Copenhague, Juantxo López de Uralde (Donosti, 1963) fundó Equo, un partido que nació para luchar por la sostenibilidad medioambiental y la equidad social. Afortunadamente, todavía quedan algunos locos dispuestos a cambiar el mundo.l

La Transición trajo a España uno de los periodos de mayor democracia y prosperidad. ¿No conviene recordarlo a la vez que se reivindican y se impulsan los cambios?

Lo que ha pasado ha sido en cierta manera una reacción lógica frente a una reiteración del mensaje de «qué buena fue la Transición». Es evidente que, después de casi cuarenta años de la Constitución, hay muchas cuestiones que es necesario renovar: desde la ley electoral al modelo de Estado, pasando por el federalismo, por derechos fundamentales… En ese sentido, el hecho de que se reclame un proceso constituyente no debería suponer una deslegitimación de la Transición, que no es lo que se plantea, pero sí un cierto hartazgo. Hemos estado demasiado tiempo escuchando las bondades de esta etapa. De alguna manera, lo que se está haciendo desde la nueva política es romper unos muros que estaban demasiado altos para la ciudadanía.

Equo, en su primera fase, era un partido disruptivo pero que parecía aspirar a cierta centralidad, a través de dos líneas clave: la equidad social y la sostenibilidad medioambiental. ¿Se ha escorado a la izquierda debido a la irrupción y al éxito de Podemos?

No. Podemos incorpora de una manera mucho más intensa de lo que lo hizo Equo el mensaje de que se está abriendo un nuevo espacio que trata de transversalizar la lucha por la equidad, que es lo que más trabaja. Creo que seguimos donde estábamos, lo que pasa es que nos ubicamos claramente en ese espacio del cambio y ahora ese espacio es más grande que cuando nosotros empezábamos, y hay mucha más gente, afortunadamente.

En cualquier caso, ¿crees que al ciudadano del siglo XXI le siguen interesando los anclajes de izquierda-derecha, o precisamente el cambio implica despegarse de esas coordenadas ideológicas?

Creo que la referencia izquierda-derecha sigue existiendo para mucha gente, pero también hay otra mucha que ya la tiene superada, sobre todo los jóvenes. Yo no creo que sean excluyentes, por eso no comparto en absoluto la descalificación global que se ha producido contra organizaciones de izquierdas, y tampoco el corsé que te obligue a definirte. El espacio de cambio es más amplio pero no descalifica a una parte de ese espacio. Ya lo decíamos en su momento: hay que hacer política del siglo XXI, y determinados mensajes vienen del XIX. Hay cosas que no se pueden encestar en esos esquemas, y tampoco hay que ser estrictos. Uno de los problemas que ha tenido cierta izquierda y que nosotros hemos sufrido ha sido el de que nos digan «tú no eres la verdadera izquierda». Eso es bastante excluyente y hay que superarlo si a lo que aspiramos es a ser muchos más.

Pablo Iglesias y el núcleo duro de Podemos le han dado un portazo a lo que denomináis ‘confluencia’, es decir, la ‘unidad popular’ de formaciones con sensibilidades más o menos parecidas. ¿Cómo valoras esta actitud?

Yo no creo que sea un portazo definitivo. Hay una realidad, y es que Podemos ha tenido un papel decisivo, eso hay que reconocerlo, y no quieren que ese papel se diluya. Yo espero que haya espacio y flexibilidad para hallar un punto de encuentro. Los datos son bastante explícitos: hace poco se publicó en un medio una proyección de escaños en base a las últimas elecciones y la diferencia es que yendo juntos alcanzaríamos 86 escaños y, yendo cada uno por su lado, Podemos obtendría 36. Habría que hacer ese esfuerzo.

¿Por qué en España no cuajan los partidos ecologistas?

Equo sí es un partido cuajado, otra cosa es que hayamos optado por una estrategia política que sea en base a la colaboración y la suma. Efectivamente, el ecologismo como opción de voto es pequeño en España. Yo creo que tiene que ver con la conciencia del problema; la gente no valora el problema medioambiental como prioritario. Nuestra labor es conseguir que esto cambie. Defiendo nuestra estrategia de confluencia porque creo que es la forma más directa de conseguir que nuestros planteamientos entren en los programas electorales con mucha más fuerza.

Paradójicamente, parece que la crisis de estos años ha eclipsado el debate sobre el cambio climático y se ha centrado más en lo social, como si no estuvieran conectados.

Efectivamente, y ese es nuestro planteamiento desde el principio. Desgraciadamente, cuando nos definimos como ecologistas, se nos ha etiquetado desde un principio con el tópico de que solo nos importan los pájaros y las flores, y todo nuestro mensaje social y todo el trabajo que hacemos de regeneración política (fuimos los primeros que hicimos primarias abiertas, renunciamos a financiación bancaria…) queda condicionado al hecho de que somos ecologistas. Es un prejuicio que nos ha perjudicado gravemente. Ante eso no vamos a cambiar lo que somos. Creemos que el sistema económico está destruyendo el planeta y eso es fundamental para nuestro pensamiento político. No enfrentarse a esta realidad es una irresponsabilidad, y lo estamos viviendo estos días con la subida de las temperaturas [la entrevista se celebra durante la ola de calor del mes de julio], que está ligada con el cambio climático. Y ya no lo niega nadie.

La palabra del momento es, sin duda, ‘cambio’. Para ti, ¿qué significa?

El cambio es la recuperación de la política por parte de la ciudadanía. Romper los muros de los que habían hecho de la política un coto alejado de la calle y recuperar esa política para ponerla al servicio de los intereses de la gente, y no al servicio de las oligarquías.

Equo se define como un partido europeísta. ¿Qué Europa defendéis?

Queremos una Europa social, solidaria, en la que los intereses de los ciudadanos estén por encima de los intereses financieros. Eso se concreta en una mayor unidad política, en un cambio de las prioridades políticas, de la política fiscal… A pesar de todo, nosotros seguimos siendo europeístas. El problema no es Europa, es cómo se está gestionando y con qué intereses.

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Como sabemos, Tsipras finalmente aceptó las exigencias de Europa. ¿Ha perjudicado a los griegos el Gobierno de Syriza?

Comparto la tesis de los que dicen que no se puede culpar a Tsipras de una situación que lleva años. Ha tenido que hacer frente a un problema y se ha encontrado en un callejón sin salida. Ha intentado hacer algo que desde luego le honra, ha tratado de poner la opinión de la gente encima de la mesa, y por eso se le ha castigado. Me parece lamentable la posición de Rajoy y de otros países endeudados que, en vez de ser solidarios con él, le han señalado con el dedo como hacen los niños repipis de la clase. Lo más coherente hubiera sido apoyar una reducción de la presión, una quita de la deuda, y no apoyar las posturas de los más poderosos de apretar el lazo sobre el cuello de Grecia.

El ‘Acuerdo universal sobre el cambio climático’ que se pretende cerrar en París tiene como objetivo principal limitar el aumento de la temperatura global en menos de 2º C. ¿Cuáles son tus expectativas?

Soy muy escéptico. Ya viví Copenhague con mucha dureza, las expectativas estaban muy altas hace ya seis años, y realmente vi en primera persona que no había voluntad política y los gobiernos eran lacayos de los intereses empresariales. No fueron capaces de ponerles freno. Hay un factor desgraciadamente diferente ahora, y es que los efectos del cambio climático son cada vez más visibles, y eso tiene que presionar a los gobiernos. Observo con mucha preocupación que la cuestión no está ni en la agenda de los medios ni en la preocupación política. Ni tampoco está en la movilización ciudadana y el voto; es frustrante ver que el nivel de movilización sobre este asunto es muy pequeño. Y la cuestión no está en el debate político desde la izquierda ni la derecha. Sería difícil pensar que sin tener más presión los líderes mundiales vayan a moverse.

¿Qué papel cumple ese activismo ecologista?

Es fundamental, lo único que ha mantenido el tema del medio ambiente de actualidad. Yo siempre me he considerado ecologista, no político, y sigo estando ahí. Por la política estoy de paso, pero en el ecologismo estoy metido hasta las trancas, y voy a seguir, porque estamos decidiendo nuestro futuro sobre la Tierra.

¿Qué opinas sobre la figura del Papa Franscisco y su activismo en la lucha contra el cambio climático?

La encíclica Laudato Si me parece muy interesante y pone blanco sobre negro acerca de lo que se viene diciendo desde hace mucho tiempo. Lo que se puede reprochar a la Iglesia es que llega tarde. Esta encíclica hubiera sido valiente en 1980. Pero bienvenida sea, más vale tarde que nunca.

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