Diversidad

¿Qué comen tus abuelos?

Una de cada 10 personas mayores sufre déficit alimenticio en nuestro país, tenga o no recursos. Resolverlo conlleva, ante todo, un cambio de mentalidad en nuestra sociedad.

Artículo

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
20
junio
2015

Artículo

La pregunta de Javi, a primera vista, no tiene trascendencia, por cotidiana: «¿El abuelo no come?». «Déjalo, lleva unos días que no sale de la cama. Ya cenará algo», le responde su abuela. Javi tiene casi 30 años y está de visita. Sus padres murieron cuando era un niño y sus abuelos se hicieron cargo de él. Hoy trabaja y tiene una vida independiente, pero no deja de ver a sus progenitores circunstanciales con mucha frecuencia. «Les debo todo lo que soy», dice. Javi sospecha que no comen bien. Está preocupado, y no es para menos: sus abuelos están en riesgo de desnutrición.

«Es un término que, cuando lo escuchamos, enseguida lo relacionamos con el tercer mundo, o con la pobreza», dice José Antonio Serra Rexach, jefe de servicio de Geriatría del hospital General Universitario Gregorio Marañón. «Pero no debemos equivocarnos: el riesgo de desnutrición entre las personas mayores está en todas partes, afecta a todas las clases sociales y países», aclara. Rexach sabe de lo que habla. Un estudio realizado en 2009 por la Sociedad Española de Nutrición (SENPE) arroja varias conclusiones preocupantes: el 45% de las personas mayores que vive en sus domicilios no realiza una dieta saludable y cerca del 35% está en riesgo nutricional. El 7% está directamente desnutrido. Si nos fijamos en los centros sanitarios, las cifras se disparan. Desde SENPE lo confirman: «La desnutrición es un problema común en todos los niveles de atención sanitaria, desde atención primaria a especializada y en centros de atención geriátrica. Su incidencia en los hospitales es del 40% y en las residencias de mayores supera el 60%. Esto último es de gran importancia, tiene una alta relación con el progresivo envejecimiento de la población europea y es la mayor y más frecuente causa de discapacidad en la población anciana que vive en su domicilio o en instituciones».

La conversación descrita al principio es real y ha quedado reflejada en el documental Cartas desde el acantilado, impulsado por el departamento de marketing de Meritene –un complemento nutricional de la firma Nestlé– y dirigido por Ander Duque, con una larga experiencia como realizador de documentales para La 2 y Televisió de Catalunya. «No se trata de vender un suplemento alimenticio, sino una realidad dramática que nos toca a todos de una forma u otra», afirma el cineasta. «He tardado tres años en hacer este documental porque quería encontrar la historia perfecta, que explicara con claridad este drama. Hay una coyuntura general en familias, con abuelos que pueden tener Alzheimer, o senilidad, y te dicen que se toman un bocata y ya está y lo damos por bueno. Pero ese es un signo claro de riesgo de desnutrición. Hay una frontera de la que ni los propios farmacéuticos se dan cuenta. Es una decadencia lenta, muy lenta, que va mermando con la edad».

Alejandro P., médico de cabecera en Torrelodones, Madrid, admite que ese problema existe, pero en sus consultas diarias, nos explica, en raras ocasiones lo percibe y lo diagnostica. «Cuando un paciente anciano adelgaza en poco tiempo, no siempre caes en que es por desnutrición. Primero, porque este barrio tiene una buena calidad de vida y la mayoría de mis pacientes tienen recursos, y segundo, porque no siempre adelgazar es síntoma de mala salud, al revés: el sobrepeso tampoco es recomendable en las personas mayores». Alejandro recomienda estar muy pendientes y, sobre todo, preguntar. «¿Qué has comido hoy? ¿Qué comiste ayer? ¿Has comido carne la última semana? Son preguntas aparentemente banales, pero las respuestas pueden tener mucho valor para detectar un riesgo de desnutrición».

El doctor Serra Rexach apoya esta tesis y abunda en ella: «En muchos casos no se diagnostica porque un análisis te dice cosas como que tienes anemia o estás embarazada, por ejemplo, y poco más. Pero la desnutrición es un terreno mucho más pantanoso y es más prevalente de lo que la gente se piensa. El anciano que está desnutrido en su vivienda está comprando boletos para una rifa siniestra en la que tiene muchas más probabilidades de ponerse malo, tener neumonía, infección urinaria, infecciones, enfermedades, discapacidades… Se mueren antes y en mayor número. En España, de cada 100 altas que se dan,  fácilmente se dejan por el camino 10 ancianos desnutridos».

«La anorexia del anciano, no la nerviosa que todos conocemos en los jóvenes, se debe a varios factores», considera la doctora Krys Araujo, del departamento médico Nestlé Health Science España. «Enfermedad, cambios en el cuerpo propios del envejecimiento que conllevan pérdida de gusto y olfato y por tanto del placer de comer, o perder piezas dentales, lo que dificulta la masticación… Son una serie de cambios biológicos, pero también los hay sociológicos: ancianos que enviudan o pierden el contacto con la familia, o la capacidad de movimiento y por tanto ya no van a hacer la compra… Son situaciones más cotidianas pero que afectan a la dieta de la persona. Eso se puede asociar al riesgo nutricional.  Hay muchos abuelos que toman galletas con leche todos los días y nada más. Ahí faltan muchos aportes vitamínicos que no están haciendo».

Según Rexach, es un problema que aún tiene que asumir la sociedad, y no solo la nuestra: «El ébola ha sido excepcional, y nos volvimos todos locos con eso, pero duró unos meses. La desnutrición entre nuestros mayores hace menos ruido, pero es mucho más prevalente de lo que nos pensamos. Cuando te mencionan ‘desnutrición’ imaginas a un niño del África subsahariana, es algo cultural. Y no somos conscientes de que en nuestra misma vivienda de nuestra ciudad extraordinaria hay ancianos que están desnutridos. Pero a poco que indagues un poco ves que esos datos son los mismos aquí que en Francia, en Estados Unidos o en Alemania, que alrededor del 8% de los ancianos que están en sus casas están desnutridos. Tenemos que ser conscientes del problema, asumirlo y buscar soluciones», advierte.

Un complemento nutricional como Meritene aporta calorías y proteínas, además de vitaminas y minerales. Sin embargo, no es una solución por sí solo, aclara Juan Miguel Cervantes, jefe de marketing del producto. «El organismo tiene la sana obligación de sobrevivir y tira de las reservas de energías que haga falta. Cuando no hay suficientes para mantener el metabolismo basal, tira de los músculos. Esto es lo que les sucede a muchas personas mayores que dejan de cuidar su alimentación. Lo primero que hay que hacer es localizar el problema de ese anciano y, si realmente hay un déficit alimenticio, acudir a un médico para restablecer la dieta adecuada. Solo una vez llevado a cabo esto, el complemento puede tener su función, pero no debe sustituir nada. Cuando sea necesario, que suplemente».  Para luchar contra esta problemática, Rexach apunta a otro elemento clave: la prevención. «Es importante ir a los grupos de riesgo antes de que se produzca. Los ancianos más mayores, con enfermedades crónicas, hipertensión, diabetes, insuficiencia cardiaca… Quienes toman muchos medicamentos que a veces interfieren en la nutrición, que tienen depresión o demencia, dependencia, discapacidad».

Cervantes pone también el foco en el entorno social: «Mi padre se murió hace unos años por un problema que tenía que ver con la alimentación, pero nosotros vivimos mucho tiempo sumidos en la falta de información. No quiero que nadie pase por algo así, por eso impulsé un documental como Cartas desde el acantilado, para concienciar a la parte joven de la sociedad de que nuestros mayores son muy importantes, que les debemos todo y que de no ser por ellos muchos no estaríamos donde estamos. Hay que estar pendientes, pero no nos equivoquemos: se trata de estar encima sin ser una carga. Porque nuestros abuelos quieren ser autónomos, igual que nosotros». Rexach va más allá e incluso apunta a un tema educacional: «Si mis hijos ven que cuido bien a sus abuelos, y eso incluye estar pendiente de lo que comen o dejan de comer y, en definitiva, controlar que llevan una dieta adecuada, ellos cuidarán bien a sus nietos. Si ven otra cosa en casa, en el futuro es probable que no sean buenos padres, y la desnutrición podría llegar a ser un problema crónico».

ARTÍCULOS RELACIONADOS

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME