ENTREVISTAS

«Ni los malos son tan malos ni los buenos, tan buenos»

Sonríe hasta con los ojos, es afable, atiende sin prisas –a pesar de vivir entre aviones y una agenda casi de ministro–­ y crea también ‘clima’ cuando es a él a quien le toca contestar.

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29
abril
2015

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Sonríe hasta con los ojos; es afable; escucha, atiende sin prisas –a pesar de vivir entre aviones y una agenda casi de ministro–­ y crea también ‘clima’ cuando el que contesta es él. Es más, Jordi Évole (Cornellá de Llobregat, Barcelona, 1974), presentador y director del programa Salvados, recibe a ‘Ethic’ en un viaje relámpago a Madrid diciendo que para generar ese ambiente especial entre entrevistador y su interlocutor solo hay que hacer lo que hace la entrevistadora: mirar a los ojos, atender y no volverse loco tomando notas. Resulta igual de sencillo que en la televisión y no termina de entender que vaya a aparecer en la sección de entrevistas, donde también están José Mujica, Caballero Bonald o Josep Borrell.

Resulta muy difícil entrevistar a un entrevistador.

Pues estamos empatados. A mí lo que me resulta difícil es que me entrevisten.

¿Qué le preguntarías a Jordi Évole?

Yo creo que no me encontraría demasiado interés para preguntarme nada. Pero, bueno, puestos, por las mañana me pregunto si llegamos al cole a tiempo, porque a veces se nos pegan las sábanas y como vamos andando, mi hijo y yo tenemos que correr para llegar. Esa es la pregunta más trascendental que me hago por la mañana. No soy un tío muy profundo de meterme en grandes reflexiones y hablar conmigo mismo para encontrar las respuestas a la vida. Intento ser más práctico: seguramente por falta de capacidad. Tiro de cierto pragmatismo. Soy muy de «se hace camino al andar». Me dejo guiar por la intuición, con lo bueno y malo que eso conlleva.

«Ni a Pedro Sánchez ni a Esperanza Aguirre les fue nada mal pasar por Salvados»

Tu naturalidad te hace ganarte a los entrevistados, que se sueltan y se confiesan, retratándose muchas veces como ‘buenos’ o como ‘malos’. ¿Cómo llevas eso?

Con los años he ido aprendiendo que ni los malos son tan malos ni los buenos tan buenos. Ahora encuentro muchos más matices que antes e incluso me gusta cuando los malos me sorprenden con un deje de humanidad. También me gusta (bueno, quizás no tanto), cuando los buenos descubren algunas debilidades. Luego hay buenos, buenos como José Luis Sampedro, José Antonio Labordeta, o incluso diría Pepe Mujica.

¿Cómo es la ‘cocina’ de Salvados? ¿Cómo se planifica la forma en que trataréis a los entrevistados (solos, con una familia, con otros interlocutores…)?

Primero, hay una negociación muy dura entre los miembros del propio equipo. Ahí empiezan las discusiones, porque ahí hay muchas sensibilidades y porque creemos que es importante que haya diversidad de opiniones. Se trata de sumar. Luego hace falta que los invitados estén dispuestos a aceptar nuestras condiciones y… poco más.

¿Y cómo es el día después de una emisión de un programa como el de Pedro Sánchez o Esperanza Aguirre? ¿Hay políticos que quieran aceptar vuestras condiciones tras ver esos capítulos?

Yo creo que ni a Pedro Sánchez ni a Esperanza Aguirre les fue nada mal pasar por Salvados. Creo que Pedro Sánchez se sometió a un examen televisivo que no había hecho hasta entonces. Y no por mí, ni mi cuestionario, sino por la familia, que era muy política y muy potente, y conocía muy bien al Partido Socialista por dentro. Y Esperanza Aguirre para su electorado salió por la puerta grande. Eso de dejarme plantado para muchos de sus electores debió de ser una cosa de decir: «Olé, la señora»… No hay tantos damnificados del programa.

3.Evole

Iñaki Gabilondo dice que hoy la censura es más fácil porque responde a la precariedad que vive hoy el periodismo. ¿Qué opinas?

Yo no pido heroicidades a los redactores recién llegados. Los que tenemos que levantar la voz y denunciar las presiones y abusos somos los que tenemos una posición más privilegiada. Nosotros contamos con medios y somos un gran equipo. Por eso me considero un privilegiado. Y mientras lo sea, levantaré la voz para seguir peleando para abrir caminos para que luego otros puedan seguir haciéndolo. Somos nosotros los que tenemos que decir dónde está la frontera de lo que se puede publicar o no. Y en esa búsqueda hay momentos de gran satisfacción. Yo sé que he planteado temas incómodos a mis jefes y que habrán pensado: ¡Uy, eso va a molestar a no sé quién, que es mi amigo! Pero de momento tengo la fuerza de que me ve mucha gente, tenemos una audiencia muy sólida y muy militante. Gracias a eso podemos experimentar. Y no, eso no lo puede hacer un recién llegado que tiene que cubrir tres ruedas de prensa en una mañana.

«No podemos vivir sin política»

¿Habría autocensura desde vuestro programa para tratar temas que no habéis hecho, como Casa Real o Iñaki Urdangarín?

Nosotros hemos intentado hacer acercamientos tanto a Iñaki como a Cristina, pero no hemos triunfado. Tampoco con la Casa Real. Pero creo que son de esas puertas que, de tanto presionarlas, acaban abriéndose. No sé si seremos nosotros, pero pasará que un día u otro el Rey Felipe VI va a tener que dar una entrevista. Y de un tono muy diferente a la última que concedió su padre [con Jesús Hermida]. Estoy convencido, y además creo que le va a venir muy bien. No hay más remedio; la sociedad reclama nuevos tiempos y no creo que eso caiga en saco roto. Sinceramente, y de una forma más genérica, no creo que se vaya a pasar página y se pueda olvidar esta etapa reivindicativa. O los que mandan incorporan las demandas que reclama la sociedad, o la sociedad les va a desplazar. Se van a hartar de ellos. Solo hay un camino: ante los nuevos tiempos, hay que actuar de otras formas.

¿Cuánto hay de verdad en ese recurrente rumor de que se quiere retirar Salvados de la parrilla, que molesta y que se os quiere callar? Sonó especialmente cuando emitisteis el programa sobre las eléctricas.

Sinceramente, no lo sé. Tampoco lo he querido preguntar porque a mí me han dejado seguir haciendo. Sí sé que ese programa levantó ampollas en el escalón más sensible de esta profesión, entre quienes ponen mucho dinero para anunciarse en los medios. Hablo de los grandes:, Cepsa, Endesa, Iberdrola, todos…, ¡los señores que seguramente más invierten en un grupo como A3 Media! Es normal que levantasen teléfonos, pero a mí no me llegó. Sé que hubo cartas y llamadas a quien en aquel momento era el presidente del Grupo, José Manuel Lara, pero la presión se paró desde arriba, cosa que agradezco muchísimo. Porque necesitamos directivos fuertes y con ganas de apostar por programas como este.

¿Cómo está de salud el periodismo?

Estamos en una fase de bipolaridad. Se están haciendo muy buenas cosas en periodismo (escrito y televisivo) pero hay una enorme crisis de las empresas periodísticas. Las empresas han invertido en cosas que no funcionaban y ahora lo están pagando. Pero incluso de ahí están saliendo cosas muy buenas, porque de los rebotes de esos expedientes de empleo (EREs) está saliendo mucha agua potable. Iñaki Gabilondo dice que vivimos en tiempos de inundación en cuanto a información. Él dice que hay mucha agua pero que es difícil dar con la que es potable. Entonces, llega uno y en su casa tiene que filtrarla, depurarla, buscarla por varios sitios…

2.Evole

¿Y la política? Porque en varias ocasiones la has defendido diciendo que hay un porcentaje alto de políticos decentes, de un 90%, creo que hablabas.

Bueno, ahora quizás bajaría algo ese porcentaje. Pero no podemos vivir sin política; la necesitamos. Creo que la política está muy desprestigiada y tenemos que recuperarla. Gracias a ella se transforman las leyes, se cambian comportamientos, se ponen en la agenda a los más desfavorecidos, a quienes más necesitan de la acción política.

«Por supuesto que entrevistaría a un yihadista»

Diría que eres de esos periodistas que sueña con cambiar las cosas, con programas como el del metro de Valencia, que puso en la agenda de nuevo el accidente y tuvo una clara repercusión política.

No sé si legalmente hay un antes o después al programa, pero sí se ha hecho justicia social. Ahora todo el mundo sabe lo que hubo y las ganas que tuvieron una serie de personas que gobernaban de ocultarlo rápido y de decir que no había pasado nada. Y eso fue gracias, sobre todo, a una asociación de víctimas que decidió hacer de esa causa su bandera. Nosotros simplemente reflejamos lo que pasaba. Y sí, es de esos programas que justifican haberse dedicado a esto. En esta temporada lo más parecido ha sido el caso de Zaida Cantera. Y la veo tan contenta de haber dado ese paso; no era fácil.

Hace poco más de un año del programa Operación Palace, el falso documental sobre el 23F. ¿Te arrepientes, lo harías igual?

Exactamente igual. No es por una cuestión de orgullo. Es porque creo que algunas de las críticas fueron tan exageradas que me parecieron ridículas. Creo que si muchos de los periodistas leyeran lo que escribieron entonces lo verían desproporcionado. España es a veces un país muy exagerado que necesita de polémicas puntuales para entretenerse. Cometimos el error de tocar una fecha que para muchos es sagrada; es su fecha y no permiten que nadie venga a quitársela. Y menos unos tontitos que están haciendo televisión. Y yo lo que no voy a hacer es dejar de hacer cosas por miedo, por el qué dirán. Yo podría haberle dicho al equipo que no debíamos emitirlo en un momento en que el programa era respetado, cuando «ya nos habían dado el carné de periodistas», que en el 23F, esa fecha, su fecha, no era el momento de hacer ficción, pero no quise. Y espero no tener que hacerlo nunca. Voy a pelear porque nadie me marque lo que tengo que hacer. Además, esta profesión es muy amplia, muy rica, hay muchos géneros… Y quiero divertirme, me gusta y me enriquece.

¿Entrevistarías a un yihadista?

Por supuesto, no me cabe la menor duda. Quiero saber las motivaciones que hay detrás de esos crímenes horrorosos. Hace muchos años, cuando no éramos el programa de hoy ni teníamos tanto contenido periodístico, entrevistamos a Arnaldo Otegui en un momento donde no había tregua con Eta, en aquellos años mataban. Nos cayeron por todas partes, pero eso te hace callo y más fuerte para mantener la idea de cómo entiendes el periodismo. Para mí, él era vital para entender qué era el conflicto vasco, a pesar de todo y las dificultades. Tienes que intentarlo. Y por supuesto, entrevistaría a un yihadista.

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