ENTREVISTAS

«Es la sociedad la que pide el cambio»

La periodista y actual directora del Huffington Post habla con Ethic acerca de Europa, de las elecciones, del 25M, de los cambios sociales que atravesamos… Y , por supuesto, de periodismo.

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28
mayo
2014

Montserrat Domínguez (Madrid, 1963) recibe al equipo de Ethic en la sede de uno de los diarios online que mejor ilustra la metamorfosis que en los últimos años han experimentando los medios de comunicación, El Huffington Post, cuya edición española dirige desde su lanzamiento en 2012. Hablamos de Europa, de las elecciones, del 25M, de los cambios sociales que atravesamos. Y, por supuesto, de periodismo.

¿Cuál es su valoración de las elecciones europeas?

Hay una parte de los resultados del 25-M que me parecen preocupantes, sobre todo en clave europea. Hablo de la formación de un grupo de populistas, extrema derecha, en una especie de cajón de sastre donde se juntan muchas ideas. Han dejado de ser algo anecdótico y eso nos obliga a pensar y reformular qué se está haciendo mal en Europa. A nivel más doméstico, la irrupción de partidos como Podemos ha sido la gran sorpresa. Me parece un momento apasionante que demuestra que las cosas están cambiando en muchos aspectos, en consumo, en los medios, en los partidos. Y eso, por definición, me parece bueno. Porque es la sociedad la que pide el cambio.

En su opinión, ¿cómo andan de salud los medios de comunicación?

Yo tengo la impresión, y sé que voy contracorriente, de que pasan por una situación única. Los medios tradicionales están sufriendo una crisis muy dolorosa, pero nunca habíamos vivido –desde luego desde que yo soy periodista– una eclosión de tantas voces, de nuevos medios y formas de hacer periodismo. Hay un parte mala, la crisis, la crítica, el desconcierto, la incertidumbre… La buena es cómo cristalizan nuevas formas de hacer las cosas. Creo que es un momento brillante para el periodismo. Eso sí, estamos en clave de exploración: nadie tiene la fórmula mágica. Quienes defienden el viejo régimen se encuentran con que no hay sustitutos a las fórmulas antiguas, ¡pero es que no las va a ver! Habrá multiplicidad de voces.

Usted ha repetido varias veces que el público quiere informativos light.

Sí, pero siempre habrá periodismo de calidad. No soy nada apocalíptica y sigo viendo entrevistas en televisiones y en medios tradicionales, también en los nuevos. Pero también sigue habiendo un público mayoritario que reclama una información más sencilla y no hay que despreciarlo. De la misma forma que existe una literatura o teatro de calidad que sólo llega a círculos muy pequeños, pasa igual con los medios. Ambos coexisten. Respecto a la acusación de que Internet es superficial, siempre ha habido mucha información frívola. Lo bueno que tiene la red es que te permite muchas capas: es infinito.

Pero esa información light puede dañar la calidad. ¿Hasta donde se puede llegar por la audiencia? ¿Qué no cabe en su medio?

Hay miles de cosas que no hacemos. Hay noticias que generan mucho tráfico que no encajan. Sí que aspiramos a un público generalista, cuantos más lectores, mejor, pero no a través de cualquier medio. ¿Los límites? Los contenidos que inciten al odio, xenófobos, homófobos, que no contribuyan a un debate social, que exploten el morbo, lo peor de nuestros instintos, el sexismo…

Así y todo se acusa a El Huffington Post de sensacionalista.

Yo no lo veo. Dime una portada donde hayamos explotado el sensacionalismo a la manera que lo hacen los periódicos británicos. Hay gente que confunde el tipo de portadas que nosotros hacemos, con un gran foto y un título cañero, con sensacionalismo, pero nuestros contenidos no lo son. Si repasas nuestras portadas, no verás ese sensacionalismo, aunque sí utilizamos elementos gráficos sensacionalistas.

Hablemos de la financiación de los nuevos medios digitales. ¿Cómo se ve desde Prisa?

Yo puedo hablar del caso específico de El Huffington. Como reflexión genérica, estoy viendo que se están explorando nuevas fórmulas y algunas funcionan. Por ejemplo, eldiario.es, que vive de suscripciones y publicidad. También infolibre. Y en El Huffington, que no tiene otro sostén que la publicidad y que necesita de grandes audiencias para ser rentable, nosotros con lo que ingresamos por ella pagamos los sueldos y nuestros compromisos. Y de momento, funciona. Obviamente, queremos más porque queremos crecer. Lo que va a ser muy complicado es mantener las grandes estructuras de los medios tradicionales y eso influye en el periodismo y es un problema. La crisis afecta a las cabeceras tradicionales, que han sido las garantes de un periodismo serio, las que permitían apostar por contenidos propios y que no son de una efectividad inmediata. Habrá que ver cómo cubrimos eso. Ucrania no puede competir con la información del Mundial, ni con la de las novias de los futbolistas. Y quienes creemos que hay que contar Ucrania, nos encontramos con un problema, porque esa información se reparte menos, se comparte menos y tiene poco sex appel para los publicistas. Pero ahí nuestro trabajo, el de equilibrar las cosas. Y no es fácil. Pero insisto, están surgiendo nuevas fórmulas interesantes como la del branded content. Los contenidos patrocinados, que no dejan de ser una fórmula vieja con nuevo nombre, en algunos soportes como el nuestro los estamos explorando. Creemos que para nosotros son una manera de hibridar contenidos con marcas publicitarias que salvaguardan el contenido periodístico y que a ellos les permite aparecer de una manera diferente ante la actual saturación del mercado.

¿Y cómo va el Huffington Post?

La fórmula está funcionando muy bien, cada vez mejor. Y eso reafirma que en la mezcla de hard news, de noticias, junto con un contenido más light, compartible y que funciona muy bien en redes, nos dan un tráfico muy potente. Es una fórmula viable y periodísticamente compatible. Vamos a cerrar el mes con más de seis millones y medio de usuarios únicos en Omniture.

Huffington-5

A raíz del asesinato de Isabel Carrasco se ha hablado mucho de la necesidad de acotar la libertad de prensa.

Twitter no es un medio de comunicación; es una vía de comunicación. Los medios tenemos claros los límites: si injurias, si publicas información falsa, hay un código penal que castiga esas actitudes. En el caso de Isabel Carrasco lo que me sorprendió es lo que me pareció una estrategia orquestada. En mi timeline de Twitter no vi a nadie alegrándose de su muerte. Nadie. Ni en el mío ni en el de las personas a las que estamos constantemente monitorizando. Y sí, hubo gente que lo hizo, ¿pero quién le dio voz?, ¿con qué fin? Porque inmediatamente unos medios dieron voz a esos grupos minoritarios y de repente el ministro de Interior dijo que había que acabar con aquello. Yo me pregunto si aquello no fue una estrategia. Porque una vez se coloca en un medio, adquiere otra dimensión. ¿Que hay que controlarlo? No sé cómo. Imagino que persiguiendo directamente a quienes inciten al odio, si hay medios. Lo que sí pediría a los medios es un ejercicio de responsabilidad a la hora de ser altavoz de cosas que no queremos.

Las filtraciones de Snowden y Wikileads son también, para algunos, delito y deberían censurarse.

Por lo que conozco por los compañeros de El País, se analizó con lupa qué tipo de información era de interés público y los gobiernos habían censurado y qué informaciones, si se publicaban, ponían en riesgo operaciones que legítimamente los gobiernos habían llevado a cabo. Y creo que se hizo un ejercicio muy responsable: se quedaron muchas cosas sin publicar porque era información sensible que podía causar daños al país. Ahora, ¿qué había otras informaciones que desvelaban maniobras ocultas,vtejemanejes y distorsiones entre lo que dicen los gobiernos y lo que hacen? ¡Es que ese es nuestro trabajo como periodistas! Si tienes esa información, estás obligado a publicarla.

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