Cambio Climático

La reforestación para compensar CO2

Existe cierta confusión en torno a la eficiencia de las reforestaciones como medida de lucha contra el calentamiento global y su usoen campañas de comunicación comercial.

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04
enero
2013

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En los últimos meses se ha desatado una confusión generada en torno a la eficiencia de las reforestaciones como medida de lucha contra el calentamiento global y la creciente utilización de las mismas en campañas de comunicación comercial. El reciente relanzamiento de una nueva campaña de comunicación en torno a una iniciativa de compensación, emprendida por un fabricante de automóviles, ha movido a Reforesta a advertir a la opinión pública de los mensajes engañosos que puede encerrar este tipo de publicidad.

La compensación de emisiones de gases de efecto invernadero, entre los cuales destaca el CO2, es una herramienta secundaria, porque la lucha contra el cambio climático debe girar principalmente en torno a la reducción de emisiones. Si se abusa de la compensación sin haber hecho antes un serio esfuerzo de reducción, corremos el riesgo de trasladar a la opinión pública la idea falsa de que plantando árboles solucionamos el perjuicio que nuestro insostenible estilo de vida provoca en el clima.

Es cierto que los árboles absorben el CO2 de la atmósfera. Pero la cantidad de este gas que son capaces de retirar depende de muchos factores, como la especie y la edad. Normalmente los árboles empleados en reforestaciones tienen solo uno o dos años, porque cuanto más vieja es la planta menor es su capacidad de enraizar y más costosa su plantación. Los árboles jóvenes absorben poco CO2; sin embargo, los factores de absorción de CO2 que se están usando, además de dispares son, generalmente, absolutamente exagerados.

Varios factores de riesgo a considerar

Otra cuestión a tener muy en cuenta es la mortalidad de las plantas. En toda plantación se da un tanto por ciento de mortalidad, conocida como marras, que puede llegar a superar el 50. Este porcentaje depende de variables como la calidad de la planta, el tipo de suelo o las condiciones climáticas y meteorológicas. En ausencia de riego, en verano siempre se produce una pérdida notable de árboles. Hay que añadir que el proceso de descomposición de los árboles que se secan emite CO2 a la atmósfera. Por tanto cuando se afirma que plantando X árboles se compensa 1 tonelada de CO2, el promotor de la iniciativa debería aclarar cómo ha reflejado estas cuestiones en sus cálculos.

Además, si la plantación no recibe los cuidados adecuados, plagas e incendios forestales pueden dar al traste con ella, lo cual puede llegar a convertir una iniciativa destinada a combatir el cambio climático en una fuente de emisión de gases de efecto invernadero. Es más, a medio o largo plazo, el propio cambio climático puede provocar un aumento de plagas e incendios forestales que cambie el papel de nuestros bosques, los cuales podrían dejar de ser sumidero de CO2 para convertirse en fuente de emisiones de este gas.

Una cuestión clave: el tiempo en el que se compensa

Por último, un aspecto crucial a tener en cuenta es el periodo de tiempo en el que el promotor de la iniciativa de compensación se propone llevar a cabo la misma. No tiene sentido afirmar, por poner el ejemplo del fabricante de vehículos, que el CO2 emitido por los primeros 2 ó 3 mil km será compensado en 40 años, puesto que eso supone que una parte del gas emitido permanecerá en la atmósfera muchos años provocando efecto invernadero.

Lo razonable, y es así como lo establecen los distintos estándares internacionales creados para garantizar la transparencia en la compensación de emisiones, es que la compensación se efectúe en un año. Pero ello conlleva plantar muchos más árboles, incrementando el coste de la plantación.

Según Miguel Ángel Ortega, director de Reforesta, “las empresas deberían apoyar la plantación de árboles autóctonos y su posterior cuidado por las muchas ventajas que aportan, entre las cuales la retención de CO2 es una más. Pero la política empresarial frente al cambio climático debe basarse prioritariamente en la reducción de emisiones y, complementariamente, en una compensación de CO2 calculada correctamente y comunicada con transparencia. Sería muy positivo que los agentes sociales implicados llegaran a un acuerdo para seguir pautas comunes que contribuyan a evitar la publicidad engañosa, y quizá la Administración Central debería de asumir el liderazgo en este sentido”.

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