Opinión

'Peace little girl': tres versiones de un clásico

El autor, Fernando Urías, analiza el impacto del spot electoral más polémico jamás filmado: ‘Peace, Little Girl’. Su pase el 7 de septiembre de 1964 provocó tal conmoción que los demócratas decidieron retirarlo.

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22
octubre
2011

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Daisy Ad (utilizo el nombre habitual en Youtube; el original es Peace, Little Girl) ha pasado a la historia como el spot electoral más polémico jamás filmado. Incluso para muchos especialistas, Daisy Ad inauguró una nueva categoría de comunicación electoral: la campaña negativa (lo que es verdad pero sólo hasta cierto punto, algo sobre lo que volveré en otro post).

Su pase –¡una sola vez!: el 7 de septiembre de 1964– en uno de los intermedios publicitarios del programa NBC Monday Night at the Movies –aquel día se emitía la película de tema bíblico David y Betsabé (1951), dirigida por Henry King e interpretada por Gregory Peck y Susan Hayward– provocó tal conmoción y fue tal el número de protestas –entre otras, la del senador Everett Diksen afirmando que el spot violaba “cualquier código ético” o la de Dean Burch, presidente del Comité Nacional Republicano, para quien Daisy Ad era “un libelo contra el candidato republicano a la presidencia del país” diseñado con el único propósito “de despertar emociones básicas” (este último juicio es del todo correcto)–, que el Partido Demócrata y su candidato a la reelección presidencial, Lyndon B. Johnson, decidieron retirarlo de la campaña (quienes estén interesados en conocer con más profundidad los entresijos de Daisy Ad pueden saciar su curiosidad en la web de Conelrad).

Aquel día, casi 50 millones de espectadores estaban disfrutando de la película de la NBC y quienes no vieron el spot pronto se enteraron de su existencia a través de los informativos en radio y televisión y de las noticias en la prensa escrita. Que Daisy Ad únicamente se pasara una vez antes de ser inmediatamente retirado, no hizo otra cosa que aumentar el interés en torno a él. Para bien o para mal, los estrategas publicitarios de la campaña del presidente Johnson habían cumplido su objetivo, que no era otro que asociar en la mente de los electores la persona del candidato republicano, Barry Goldwater, al peligro de una guerra nuclear.

Todavía hoy es un lugar común entre muchos especialistas de la campaña electoral que enfrentó a Johnson y Goldwater considerar Daisy Ad como un factor decisivo en la victoria demócrata de 1964. A ello contribuyó no sólo las muchas cualidades de Daisy Ad –muy pocos spots electorales como éste han sabido manipular con tanta eficacia un “estado de opinión latente”– sino también los temores y dudas que despertaba en buena parte del electorado del país el “duro” candidato elegido por el Partido Republicano para competir con el sucesor del asesinado presidente John F. Kennedy.

Si bien es cierto que muchas de las opiniones de Barry Goldwater eran compartidas y apoyadas por buena parte de sus conciudadanos –cada vez más preocupados por el inexorable avance del comunismo en el mundo–, no lo es menos que en el interior de estas polémicas opiniones –como su defensa del uso de armamento nuclear de baja intensidad y radio limitado en operaciones militares tácticas– se escondía una potencial y letal amenaza para los intereses electorales del Partido republicano, que Daisy Ad no hizo sino sacar a la luz para mostrarla en toda su crudeza (y en la pupila de la inocente mirada de una angelical niña). Daisy Ad, pero también las circunstancias y una inesperada actriz en este drama electoral: la esposa de Barry Goldwater.

Poco más de un mes antes de la emisión del spot, el 2 de agosto de 1964, había tenido lugar el “incidente del golfo de Tonkin”, en Vietnam, y sólo tres días después, el bombardeo de la flota naval norvietnamita y la destrucción de las instalaciones petrolíferas en Hon Gai, que marcaron el inicio de la intervención estadounidense en aquel remoto país asiático y una escalada imparable en la Guerra Fría. Para colmo, la esposa del candidato republicano reveló en una entrevista que su marido había tenido varios episodios de crisis nerviosas en su juventud. ¿Un desequilibrado en pleno aumento de la tensión entre los dos bloques y con el botón nuclear tan cerca de su nervioso dedo? Daisy Ad facilitó la respuesta a la opinión pública norteamericana.

Convertido en todo un clásico –primus entre pares de los spots electorales–, Peace, Little Girl ha sido una inagotable fuente de inspiración, sobre todo en su variante más apocalíptica (ni que decir tiene que todas las versiones que conozco distan mucho de alcanzar la perfección del original). Del catálogo existente, he escogido tres ejemplos (uno de 2007 y dos de 2010).

El primero es un spot del partido verde australiano (The Greens) para las elecciones federales de 2007, que intenta demostrar en toda su crudeza las consecuencias de ignorar el cambio climático.

El segundo, de 2010, es un spot promovido por AmericanValuesNet en el marco de su campaña de concienciación a favor de la firma del Tratado de Reducción de Armas Atómicas, conocido como START III.

El último es un spot de las elecciones intermedias (2010) al Congreso de EEUU de Bill Cooper, candidato del Partido Republicano al 2º Distrito de Michigan. Aquí, el apocalipsis viene de la mano de la crisis financiera.

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